Los efectos del lanzamiento del bote de gas lacrimógeno que
obligó a suspender el Villarreal-Celta van a durar bastante más que la media
hora que estuvo suspendido el partido de El Madrigal.
De momento, en el club
castellonense andan pendientes, y preocupados, de conocer la sanción que les
puede acarrear el grave incidente del pasado sábado, que obligó a desalojar el
estadio. Con el paso de las horas, además, se van conociendo más datos de un
incidente que en los primeros momentos generó todo tipo de especulaciones.
Para empezar, desde el Villarreal se desmintió ayer que el
autor del lanzamiento hubiera accedido al estadio en los minutos finales del
partido, como se especuló en un primer momento. Según el club, los tornos se
cierran 10 minutos antes del final del partido y los vigilantes que cubren las
puertas controlan que no entre nadie al estadio.
Queda claro, por lo tanto, que
quien introdujo el bote de gas lacrimógeno estaba en El Madrigal desde el
principio del partido y lo coló oculto entre su ropa. «Como ocurre en cualquier
estadio de Primera, se registran todos los bolsos y mochilas pero lo que no se
puede es cachear a todos los espectadores.
Sólo se hace en casos especiales,
como por ejemplo cuando hay un grupo de aficionados conflictivos», apuntan
desde el club castellonense, donde tienen claro que el incidente de la noche
del sábado estaba perfectamente planeado.
«Era premeditado, no un incidente fruto de un calentón,
porque nadie va a un campo de fútbol con un bote de gas lacrimógeno si no es
para lanzarlo», señalan en el Villarreal. Quien lo hizo tuvo la suficiente
sangre fría para actuar sin levantar sospechas.
«El bote se lanzó desde uno de
los vomitorios del fondo sur. Se tiró con la mano, no con una pistola como se
especuló, y el que lo hizo ni siquiera se esperó a ver dónde caía, lo lanzó y
se fue. Lo hizo sin correr, para no levantar sospechas».
Y es que los vigilantes
de la empresa de seguridad privada que trabajan en El Madrigal no vieron nada
extraño, tal y como tienen previsto declarar hoy ante la Policía Nacional, que
es quien está llevando a cabo la investigación para tratar de identificar al
autor de un incidente que pudo ser bastante más grave.
«El proceso de evacuación de la grada fue perfecto. En ocho
minutos salieron los 14.195 espectadores que había en el estadio», apuntan
desde el club. El desalojo ordenado permitió que no hubiera más víctimas que
los 15 aficionados que tuvieron que ser atendidos por irritación e inhalación
del humo del bote lanzado, que causó picor en la garganta y los ojos,
principalmente.
Todos los esfuerzos se centran ahora en tratar de
identificar a la persona que lanzó el gas lacrimógeno, para lo que el
Villarreal y la Policía Nacional han solicitado la colaboración de todos los
aficionados, especialmente de aquellos ubicados en la zona desde donde se
produjo el lanzamiento.
A falta de los datos que posibles testigos puedan
aportar, la Policía ya tiene un perfil aproximado con la edad y el aspecto
físico del sospechoso, un varón de 1,70 metros de estatura, 30 años
aproximadamente, que iba vestido con ropa oscura. Al contrario de lo que se
comentó en un principio, desde el club descartaron que éste llevara
pasamontañas, aunque no existe ninguna grabación en la que pueda apreciarse al
autor del lanzamiento.