miércoles, 18 de septiembre de 2013

Penthouse ya no se sostiene


Fue referencia erótica indiscutible en su momento, pieza de colección de cualquier quiosco medianamente surtido y obsesión para millones de hombres que no habían visto antes tanta mujer despampanante en cueros y a doble página. Eran otros tiempos y revistas como Penthouse vendían a borbotones, publicaciones con imperios multimedia detrás que con el paso de los años se fueron convirtiendo en espacios televisivos y páginas de internet para adultos. 

Hoy, la revista fundada por Bob Guccione en 1965 ya no se sujeta y se ha tenido que acoger a la ley de bancarrota de Estados Unidos para tratar de evitar su total liquidación, varios años después de haberse visto frente al mismo abismo y de haber sido adquirida por FriendFinder Networks, la compañía que ahora la regenta. 

De acuerdo a los números presentados ante el Tribunal de Quiebras del Estado de Delaware, la empresa sufrió pérdidas de más de 20 millones de dólares con un descenso del 35% con respecto al año pasado, y no sólo de la revista, sino del resto de propiedades que posee. Según sus libros de contabilidad, no han logrado tener un año positivo en el aspecto financiero desde 2008. 

Paradójico resulta el hecho de que hace unos años trataran de adquirir otra publicación del sector en graves problemas financieros, Playboy, por un total de 210 millones de dólares, una oferta que el propio Hugh Hefner terminó por rechazar. Ahora, a punto de cumplir 60 años de existencia, la revista del conejito también pasa por momentos delicados, con una tirada siete veces menor a la que llegó a tener en su época de máximo esplendor. 

Penthouse compitió muy dignamente con la publicación de Hefner durante tres décadas, antes de que la proliferación de contenido erótico y pornográfico en internet comenzara a debilitar a las revistas tradicionales. Nacida en Inglaterra en 1965, Penthouse no llegó a Estados Unidos hasta 1969 con un modelo basado en mujeres desnudas y artículos de temas variados, desde asuntos políticos hasta cuestiones sociales y todo tipo de banalidades. 

Tal fue el éxito del modelo y de la marca, que Guccione llegó a estar entre los 400 hombres más ricos del mundo, de acuerdo a la revista Forbes. El propio magnate llegó a confesar al The New York Times que su idea facturó entre 3.500 y 4.000 millones de dólares durante 30 años, lo que ayudó a construir su inmensa fortuna. 

Su estilo provocador, llegando a publicar fotos de mujeres orinando, además de penetraciones de todo tipo y con la mayor fuerza gráfica posible, le convirtieron en la cabeza de un imperio de medios, General Media, con presencia en 16 países y una circulación de 4,7 millones de ejemplares mensuales, además de ser el dueño de otras 15 revistas de todo tipo de temática. 

Todo ese poder le sirvió para hacerse con una colección de pintura monumental, valorada en 150 millones de dólares y con cuadros de Degas, Renoir, Picasso, El Greco, Dalí, Matisse y Chagall, además de una retahila de esculturas y antigüedades que en un tiempo abarrotaron su apartamento de Manhattan. 
De eso ahora ya no queda más que el recuerdo, sin Guccione en el panorama –falleció en 2010 en Plano, Texas– y con una empresa de medios languideciente que necesitará poco más que un milagro para reflotar otra marca histórica que parece estar tocando a su fin. 

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