miércoles, 1 de enero de 2014

Hay mucho coche viejo en España


Cuando Tráfico está a punto de cerrar el que será el décimo año consecutivo de bajada en los accidentes de carretera, y con ello el mejor resultado desde que existen estadísticas, hay un dato que le preocupa especialmente: la elevada antigüedad media del parque de vehículos. 

Ésta se cifraba en 9,5 años a finales del pasado ejercicio y la Dirección General de Tráfico (DGT) se ha fijado como objetivo contribuir a que, en el plazo de cuatro años, ese dato se reduzca hasta los siete. 

Para ello, por ejemplo, puso en marcha hace unas semanas una campaña de información a través de una carta dirigida a todos los usuarios con vehículos de más de diez años, al objeto de recordarles que sus coches son bastante menos seguros que uno moderno. 

En concreto, sus informes internos señalan que el riesgo de que se produzca un accidente con un fallecido es, en carreteras secundarias, el doble en un automóvil antiguo que en uno moderno. Además, el pasado verano fue el mejor de la historia en siniestralidad, pero en el 57% de los siniestros con víctimas aparecía implicado un vehículo con más de diez años de edad. 

Por su parte, un reciente trabajo del Race, Bosch y Anfac concluye unas proporciones similares pero añade que mientras entre 2009 y 2011 el número de accidentes con víctimas de vehículos con menos de diez años bajó de 52.690 a 44.579, el de los que estaban por encima pasó de 16.808 a 20.750 siniestros. 

Aunque no todos los coches que circulan son, afortunadamente, iguales. La crisis ha hecho que se dejen de renovar 2,2 millones de vehículos viejos y, aunque el mercado de ocasión sigue tirando con fuerza, casi la mitad de esas ventas son de los llamados modelos mileuristas, con muchos años y kilómetros. Además, el paso por los talleres se ha reducido en un 19% desde 2009 y una de cada cinco de las operaciones se lleva a cabo en talleres ilegales. 

No obstante, también ha ganado peso un tipo de coche que arrasa en estas consideraciones: el vehículo de empresa, cuyo peso en la demanda no llegaba al 20% hace siete años y hoy supera ya el 25%, a pesar de que la situación económica ha obligado a las compañías a posponer la renovación de sus flotas. 

De hecho, en lo que llevamos de 2013, se han matriculado casi 173.500 unidades (por las 662.000 del mercado total), con un descenso acumulado entre enero y noviembre del 17% a pesar del empuje que están suponiendo los planes de ayuda a la compra. 

Sus ventajas son notables. La determinante, que son coches mucho más modernos (su antigüedad media es de cuatro años) y eso se traduce en que montan más equipos de seguridad y sistemas de ayuda a la conducción. 

Como norma general, un modelo vendido en los dos últimos años lleva cuatro veces más dispositivos de este tipo que uno que supera los 10 años lo que, trasladado a los automóviles de empresa implica que el 72% de ellos viene con ESP, por el 51% de la media del parque, según datos del Observatorio del Vehículo de Empresa Cetelem de 2013. En el caso de las luces de xenón es un 57% (frente al 22%), el manos libres lo trae un 45% (por el 5% del general) y en el GPS la relación es de casi tres a uno (21% frente al 8%). 

También juega a su favor el aspecto del mantenimiento, que se abandona por muchos conductores particulares mientras que casi nueve de cada diez vehículos de compañía pasaron el año anterior por el taller para operaciones de mantenimiento o revisiones rutinarias. Cuatro de cada diez lo hicieron para cambiar unos neumáticos que en los vehículos de propiedad convencional se estiran, hoy por hoy, más que nunca. 

Y es que mientras muy pocos particulares tienen contratado un servicio de mantenimiento de sus coches (cinco de cada 100), en los automóviles de flota, se benefician de ello uno de cada cuatro. 

La traducción de todo ello es que a lo largo de 2012 sólo el 16,5% de los conductores de vehículos de empresa se vieron implicados en un accidente y la inmensa mayoría de los casos (un 75% de los partes) se debieron a golpes leves, los vulgarmente conocidos como de chapa.

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