viernes, 30 de noviembre de 2012

Nadie vigilaba las cámaras en el Madrid Arena



Más de cien cámaras y nadie vio la avalancha, que sin embargo quedó grabada en el sistema automático. Parece increíble y será uno de los puntos que, sin duda, investigará el juez que instruye la tragedia del Madrid Arena. Una negligencia decisiva, ya que una llamada de alarma hubiera permitido frenar a la gente que iba a la salida donde se produjeron las muertes. 
Técnicos que conocen a la perfección la instalación denuncian el proceder de los empleados y responsables de la empresa Seguriber. «Se incumplieron muchos de los protocolos», afirman. 

El Madrid Arena tiene un centro de control de cámaras en el que siempre debe haber un agente jurado controlando lo que sucede tanto en el interior como en el exterior. Ese día, como siempre, había un empleado de la compañía en el centro de control. Pero no estaba solo. También se encontraban en la sala el coordinador jefe de Equipo Exterior de Seguriber, Raúl Monteverde, y el coordinador de Exterior de la misma empresa, Juan José París. Es decir, dos personas responsables de seguridad estaban en el centro de control con el agente jurado y no vieron nada de lo que sucedía en el interior. 
Raúl Monteverde declaró a la policía que a las cuatro de la mañana (ya se había producido la avalancha), se habían desplazado «al objeto de disfrutar de un pequeño descanso» a la sala de control de cámaras de seguridad. 

Desde allí se controlan todos los rincones del palacio, como destacaron en la inauguración del espacio. Monteverde declaró que durante su paseo anterior le pareció que «a simple visa se podía apreciar que el recinto se encontraba masificado de personas», incluso «más que en otras ocasiones». 
El coordinador jefe exterior y su compañero estuvieron 10 minutos en la sala de control sin ver que desde las 3.40 horas según algunas versiones, y desde las 3.59 según la policía municipal, se estaba produciendo el fatal embotellamiento. 

Monteverde declara que a las 4.10 «una vez disfrutado su periodo de descanso», ambos abandonaron la sala. 
Cuando salían vieron a unos tres metros de la sala a una chica joven tumbada en el suelo a la que llevaron a la enfermería. 

Las normas y el protocolo para este tipo de fiestas señala que cualquier persona del servicio de seguridad interior o exterior debe llamar nada más producirse una alarma al 112. Ni los empleados de Seguriber, ni los de Kontrol 34 lo hicieron. De hecho, la primera llamada se recibió en la emisora de la Policía Municipal a las 3.56 horas. El origen es el 112, que dice que un ciudadano les informa que hay una persona enferma en la vía pública en la avenida de las Aves. El Samur en su informe precisa que recibe del 112 la llamada a las 3.59 horas y que a las 4:04 llega el primer dispositivo que está por la zona. 
Es decir, según los primeros análisis, el centro de control no hizo de coordinador como dicen los protocolos. No hubo esa llamada que hubiera permitido cerrar al acceso al pasillo mortal. 

La tragedia que había empezado antes de las 4:00 seguía con una montaña de atrapados en una de las salidas. Monteverde declara «que no dan importancia al suceso» cuando encuentran a la joven y marcha con París a hacer un control de personal. Cuando están a la altura de los camerinos encuentran a otra persona en el suelo que trasladan a la enfermería. Cuando están en la llamada «cota 5» ven que un portero de seguridad traslada en su espalda a otra herida. En ese momento llaman a una ambulancia, no hablan con el centro de control como es obligatorio, según declaran a la Policía. A los 40 minutos llama a Madrid Espacios y Congresos para informar. 

París reconoce que «hay cinco puestos de seguridad en el interior del pabellón desempeñados por empleados de Seguriber» . Se separó de su compañero Raúl pero no llamó a la central para pedir ayuda como marcan los protocolos.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Les retiran la custodia de tres niños por pertenecer al partido político UKIP



La decisión de retirar la custodia de tres niños a una pareja afiliada al Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP) suscitó ayer un intenso debate político en Londres, donde tanto el Gobierno como la oposición laborista solicitaron que se investigara el caso para revisar la medida. 
Los tres niños, pertenecientes a minorías étnicas, vivían con la pareja británica desde hace ocho semanas hasta que los servicios sociales del Ayuntamiento de Rotherham, al norte de Inglaterra, revocaron la custodia por pertenecer a un «partido político racista». La pareja lleva siete años acogiendo a niños huérfanos o de familias disfuncionales, y el Consistorio nunca había recibido quejas de la pareja. 

La directora del departamento de la infancia de Rotherham, Joyce Thacker, matizó ayer que sólo buscan un ambiente «culturalmente sensato». «Estos niños no son blancos británicos y no éramos conscientes de las posturas políticas de los padres de acogida. Existen ideas muy duras en el partido UKIP y tenemos que pensar en el futuro de los niños», señaló Thacker a la BBC. 

Sin embargo, el Gobierno conservador de David Cameron y el Partido Laborista criticaron ayer sin ambages esta decisión. El ministro de Educación, Michael Gove, afirmó que las razones para negar la custodia a esta familia son «indefendibles». «No hay una política, como se ha insinuado, sobre que si se es miembro de un determinado partido no se pueda acoger a niños», añadió. De hecho, él mismo creció con una familia adoptiva. En la misma línea se mostró el líder de la oposición, Ed Miliband: «Ser miembro de UKIP no debe ser un obstáculo para la adopción de niños. Necesitamos hogares con corazón en todo el país con independencia del partido político del que uno sea miembro». 

El Partido por la Independencia (UKIP), que lidera Nigel Farage, es una formación nacionalista, radical y conservadora que apuesta por la salida del Reino Unido de la Unión Europea. En su página web sostiene que es un partido «libertario y no racista», aunque mantiene unas posiciones muy duras contra la inmigración y promueve conceptos como la ciudadanía británica frente la multiculturalidad. 
Históricamente, el UKIP contaba con una ridícula adhesión en el Reino Unido (3,1% de los votos en las generales de 2010), pero en las últimas elecciones al Parlamento Europeo en 2009 obtuvo 13 diputados y, en septiembre, una encuesta del semanario The Observer colocó a esta formación como la tercera fuerza política (10%) por delante de los liberaldemócratas (8%). 

Aunque todavía no tiene representación en la Cámara de los Comunes, el ascenso de este partido con mensajes de derecha dura y eurófoba preocupa de especial manera al partido del premier David Cameron, que está estrechando su base de votantes y sus ingresos en concepto de donaciones. Algunos políticos conservadores, como Roger Helmer o David McNArry, ya se han sumado a sus filas, y el ala más radical de los tories también coincide con los encendidos discursos del UKIP contra la Unión Europea.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Intentan descifrar los signos tallados hace 5000 años



En un despacho luminoso del Museo Ashmolean de Oxford, cerca de las momias egipcias y de los vestigios de la civilizaciones preclásicas, se encuentra tal vez la clave del lenguaje más antiguo del mundo aún por descifrar. Una larga década lleva el profesor Jacob Dahl intentando desvelar el contenido de las tabletas de la cultura proto-elamita, halladas en el sur de Irán, con la ayuda de un sofisticado sistema que le permite analizar las piezas de 5.000 años de antigüedad con 76 ángulos e iluminaciones distintas. 

Dahl nos invita a sumergirnos con él en la enigmática sucesión de incisiones en la arcilla -puntos, barras, aspas, círculos, medias lunas- y a intentar dar un sentido a lo que estamos viendo: «Aquí no hay Piedra Rosetta que valga. Ni siquiera tenemos la certeza de qué lengua hablaban, por lo que no tenemos pistas fonéticas. Todo eso complica aún más la interpretación de ese sistema silábico incipiente que al parecer usaban». 

Hasta la fecha, Dahl ha logrado descifrar al menos 1.200 signos, tras incontables viajes al Museo del Louvre, donde se encuentran la mayor colección de tabletas proto-elamitas. «No estamos precisamente ante piezas de poesía, sino más bien ante un sistema burocrático de contar mercancías y personas», explica el profesor del Wolfson College de Oxford. «Estamos ante una sociedad agrícola, dominada por una élite que considera a campesinos esclavizados poco menos que como piezas de ganado. El estatus se mide precisamente por el número de personas que uno tiene por debajo, y a uno de los propietarios le llaman algo así como el Señor Cien», añade Dahl. «Los ricos comen leche, yogur y queso, y son los que tienen las ovejas y las cabras. Los campesinos viven en el umbral del hambre y comen gachas de centeno y beben una especie de cerveza». 

Pero todo lo que sabemos de la cultura proto-elamita que floreció en Susa entre los años 3.200 y 2.700 antes de Cristo es poco. Se supone que la escritura la tomaron prestada del sistema proto-cuniforme de Mesopotamia, aunque con variaciones que añaden aún más niebla al enigma.
«A diferencia de las tabletas mesopotámicas, el sistema proto-elemita se escribe en líneas y no en cajillas, lo cual es ya un avance», precisa Dahl. «Aunque se siguen usando símbolos para contar animales, los signos se hacen abstractos y estamos quizás ante un hallazgo que nos obligue a reescribir el origen de los sistemas silábicos». 

Queda además una intriga final, y es la desaparición total del sistema al cabo de 200 años… «Tendemos a ver la escritura como un signo de la evolución de las civilizaciones, pero en este caso fue claramente una herramienta de control. Quizás dejó de usarse porque perdió su eficacia administrativa. Y seguramente también porque no hubo un intento de un empaque académico al sistema, que quedó en manos de unos cuantos burócratas que seguramente cometían errores sobre la marcha, lo que dificulta aún más su compresión». 

Aún queda por interpretar más del 80% del misterioso sistema escrito, aunque el profesor de Oxford está convencido de que estamos a un paso de «romper el código», con la ayuda de la tecnología y de la colaboración entre científicos. Dahl no pone la mano en el fuego, pero estima que en dos años podremos llegar hasta el fondo del contenido de las cerca de 1.600 tabletas proto-elamitas que se conservan. La herramienta básica con la que está trabajando obedece a las siglas de RTIS (Reflectance Trasformation Imaging System) y consiste en una cúpula oscura que es capaz de iluminar y fotografiar las tabletas desde 76 ángulos distintos para captar hasta la mínima incisión. Con la ayuda de un procesador de imágenes, el profesor Dahl es capaz de visualizar y casi tocar la arcilla milenaria, a la busca de nuevas pistas en su despacho de Oxford.

No habría horas suficientes para cuantificar su trabajo y su dedicación, pero Dahl está convencido de que el celo privado de cualquier investigador tiene un límite, y por eso ha decidido divulgar sus imágenes online. «Creo en el poder del crowdsourcing y en las posibilidades que nos brindan el trabajo de grupo y las nuevas tecnologías para comprender por fin el sistema escrito más antiguo del mundo aún no descifrado», concluye. 

martes, 27 de noviembre de 2012

La historia de unos padres que perdieron a su hija, asesinada por su pareja



Aquel domingo, Rocío no cogía el móvil. Ella, que siempre anunciaba sus pasos cuando estaba lejos, no llamaba. Con la cena imposible en la tripa, con ese hambre de sospecha que te impide comer, Félix oyó en TVE el titular de un asesinato en Valencia. «Se me encendió una luz». Sin hablar, a solas con su miedo, subió a la habitación y pinchó la web del periódico: Un colombiano mata a una joven de 25 años en la calle Ecuador... Bajó y, como quitándole importancia a la pregunta más negra de su vida, se dirigió a su mujer: 

- Lucila, ¿cómo se llama la calle donde vive el novio de la niña? 
Y Lucila, que llevaba una tarde de madre pendiente, se giró a Félix: 
- No sé, Ecuador o algo así. 
El hombre miró un instante al suelo, sólo un flash, y se murió. 
Volvió a la realidad y se fue con su mujer y su hijo a denunciar la desaparición de Rocío. Cuando estaban saliendo de casa con sus abrigos de frío, vieron a una pareja de policías que traía su patrulla de malas noticias. Y antes de que nadie dijera nada, el Félix hijo, el Félix hermano, el Félix pequeño, habló a los agentes: 

- No me digan que es mi hermana. No, por favor. 
Los policías se acercaron y dijeron un nombre para siempre: 
- ¿Rocío López Agredano? 
«Aún conservo la hojita donde los policías apuntaron el teléfono de la comisaría y el número de diligencia del caso. Me dijeron que llamara al día siguiente. Y se fueron. Así, sin más. El mundo se hundió». 
Ésta es la historia de lo que queda cuando una vida de mujer se asesina, los restos de una víctima en quienes la quieren, la postmuerte de género. 
Eso empieza demasiado pronto, al primer segundo de saberlo. O un día después. «Con un policía amigo, fuimos al piso donde la había matado. Yo no me asusto fácilmente, pero me dijeron que no entrara. Vi mucha sangre. Recogí tres cosas de ella y nos fuimos. Luego vi a mi hija en la morgue y supe que tendríamos que vivir de otra manera». 

Nos ocupan Félix, Lucila y Félix, el padre, la madre y el hermano de Rocío, asesinada de 30 puñaladas por Jairo Ortiz Cortés el 30 de noviembre de 2008. El viernes hará cuatro años. 
Ellos saben que Rocío no está, pero ella no para de estar. Está en el óleo del salón, en los trofeos que ganó como gimnasta, en las fotos de la casa, en la asociación que montaron en su memoria, en las charlas que dan a los chicos, en los discursos duros de Félix a los políticos, en la chapita con la cara y el nombre de Rocío que llevan desde que se arrancaron la telaraña de su secuestro doméstico. «Lucila estuvo metida en casa dos meses. Yo no falté ni un día a trabajar porque necesitaba actividad mental. Los amigos venían a casa pero no sabían qué decir. Qué vas a decir. Es duro. Tuvimos dos equipos de psicólogos y como temíamos a la depresión, decidimos luchar. Lucila es la fuerza de una madre cuando tocan a su hija. Y eso es imparable». 
El otro Félix tardó más. Durante tres años decidió pensar que no veía a su hermana porque estaba en otro país, «una coraza», dice el padre. Y, de pronto, se cayó. «Un día lo oímos llorar. Nos acercamos y dijo: 'Mamá, es que ya no voy a tener sobrinitos'». 

La familia se incorporó a la vida. A la vida después de la muerte. Lo primero fue el juicio, soportar la estrategia de la defensa, eso de que Rocío fue de Castellón a Valencia a matarle a él, y demostrar que fue Jairo el que la llamó para que le ayudara a hacer una mudanza, que fue él quién compró una bombona de gas y un cuchillo grande de cocina... 

Con su ingeniería industrial y su carrera de profesora a cuestas, Félix y Lucila se bebieron la Ley Integral, hablaron con otros padres huérfanos de hijas, montaron Afavir y tomaron conciencia de género. «Vivimos en una sociedad machista donde las víctimas de la violencia de género son víctimas de segunda y las del terrorismo de primera. Desde 1999, la violencia de género ha matado a 900 mujeres. ¿Y si hubieran sido 900 políticos, 900 periodistas o 900 médicos? Son sólo mujeres». ¿Y entonces? «Entonces hay que cambiar las cosas. Los asesinos deben cumplir íntegramente sus penas. Y hay que crear una asignatura que enseñe valores e identifique las señales: el maltrato no empieza con una paliza, sino comiéndote el coco. Los agresores son todos iguales, son de libro». 

Félix habla acariciando un caniche. Lucila se ha metido en la alcoba. Aún hay noches que la traicionan cuando un periodista pregunta por Rocío. Los días son mejores, las visitas al Centro de la Mujer, el trajín de la asociación, el concurso de relatos, las charlas a los adolescentes sobre desigualdad, donde Lucila y Félix cuentan que si él te dice que esa falda es corta no es amor, sino control... 
Si hubieran sabido lo que saben ahora. Ellos, que no intuyeron, que hilan hoy cables sueltos de ayer. «Las amigas decían que cuando estaba con él, Rocío cambiaba, se quedaba seria y callada. Ella, que era todo alegría». 

Cómo iban a presentir nada si Rocío era un volcán contra el machismo, si un mes antes de su asesinato escribió un tratado para prevenir la violencia de género, si cuando veía la noticia de un crimen, aparcaba los cubiertos en el plato y hablaba: «Decía: 'A mí me hacen eso y lo mato'». 
A aquel tipo de hechuras culturistas, callado, esquivo, que hoy va restando días a sus 20 años de condena, debió aflojarle la hombría el adiós que le anunció Rocío. Sólo aguanto nueve días. Al décimo la mató.

lunes, 26 de noviembre de 2012

Piden un nuevo boicot a Telecinco



Un año después, el fantasma de La noria vuelve al presente. La decisión de Telecinco de presentar una querella contra Pablo Herreros, la persona que impulsó el boicot de los anunciantes a este programa, ha desatado un nuevo movimiento en internet contra la cadena de Mediaset. 

El Juzgado de Instrucción número 14 de Madrid ha admitido a trámite la querella contra el periodista por supuestos delitos de amenazas y coacciones. Herreros tendrá que declarar en calidad imputado. 

La decisión de Telecinco, sin embargo, ha provocado un movimiento similar al que ha desencadenado la querella: una nueva iniciativa popular pide a los anunciantes de la cadena que retiren su publicidad mientras la cadena no dé marcha atrás en su decisión. La petición, impulsada por Mario Tascón a través de la web change.org, pide «a las principales marcas que se anuncian en la cadena que hagan ver a Telecinco lo terriblemente injusto de esta acción y que retiren su publicidad hasta que Telecinco retire la querella contra Pablo». 

«Podríamos estar ante un nuevo ejemplo del efecto Streisand, en el que un intento de censura acaba siendo divulgado masivamente», señaló Francisco Polo, director de change.org en España. 
Herreros puso en marcha una iniciativa a través de internet en la que pedía a los anunciantes que se fueran de La noria tras la entrevista a la madre de El Cuco. La propuesta, respaldada en las redes sociales, caló en las marcas, que retiraron su publicidad. 

«Son las amenazas a nuestros clientes, y no las críticas libremente expresadas, las que nos han llevado a pedir la intervención de la Justicia», manifestó ayer la cadena, que calificó la actitud de Herreros como «completamente antijurídica».

domingo, 25 de noviembre de 2012

Se instala en Madrid un radar para controlar la basura espacial



Basura espacial
En poco más de 50 años de carrera espacial, el hombre ha logrado convertir el cosmos en un basurero. Desde el lanzamiento del Sputnik en 1957, miles de satélites, cohetes y naves se han puesto en órbita. Cuando quedan inutilizados, algunos de los que se encuentran en órbitas bajas se desintegran al regresar a la atmósfera, pero la mayoría se convierte en chatarra que vaga por el espacio y en una amenaza para astronautas, naves y otros satélites activos. 

El impulso que países como China e India han dado a sus respectivas carreras espaciales está agravando este problema, por lo que las agencias intentan tomar medidas para controlar los daños antes de que sea demasiado tarde. Uno de los aspectos en los que más están trabajando es la vigilancia de los objetos más peligrosos mediante radares como el que acaba de ser instalado en Santorcaz (Madrid). 
La Agencia Espacial Europea (ESA) ha decidido ubicarlo aquí porque España es el país europeo líder en seguimiento de basura espacial, según explica  Emmet Fletcher, jefe de vigilancia y monitorización espacial de la ESA, durante una entrevista en el Centro de Astronomía (ESAC). Desde aquí se llevará a cabo el seguimiento de los resultados del radar. Durante el mes de noviembre será puesto a punto para que comience a trabajar a principios del próximo año. 
La empresa española Indra Espacio es la contratista principal y la responsable del diseño y desarrollo del transmisor del radar de pruebas. El receptor lo desarrolló el Instituto Fraunhofer, en Alemania. En total, el proyecto cuenta con un presupuesto de 4,7 millones de euros. «Se trata del segundo radar para basura espacial que se instala en Europa, que hasta ahora sólo contaba con uno en Francia», explica Gian Maria Pinna, jefe del segmento Tierra del programa de la ESA para el Conocimiento del Medio Espacial (SSA, por sus siglas en inglés). Además de seguir el rastro a los fragmentos de basura espacial, este programa se encarga de vigilar la trayectoria de asteroides que pasan cerca de la Tierra y de monitorizar las condiciones meteorológicas del espacio y la actividad solar. 

Poner orden en este basurero es una tarea prácticamente inabarcable. Los ingenieros están desarrollando sistemas para atrapar los fragmentos más peligrosos en las órbitas bajas y reconducirlos para que se desintegren durante su regreso a la atmósfera terrestre, una tarea muy cara y compleja. Los satélites que están a casi 36.000 kilómetros de altura, sin embargo, no pueden bajar, así que se dejan allí cuando se inutilizan. Prevenir las colisiones y evitar que aumente la basura son en la actualidad los principales objetivos.

Pese a la alarma que generaron sucesos como las alertas por la caída a la Tierra de fragmentos de chatarra procedentes de los satélites UARS y ROSAT y de la nave rusa Fobos-Grunt, Fletcher asegura que «el riesgo para las personas es realmente muy pequeño». Los astronautas son mucho más vulnerables. La Estación Espacial Internacional, a unos 400 kilómetros de altura, ha tenido que corregir su órbita para evitar colisiones. Incluso los fragmentos más pequeños pueden penetrar en los trajes cuando están fuera de la nave. 

Pedro Duque, astronauta de la ESA, advierte que la acumulación de chatarra espacial «está cerca de convertirse en un problema crítico a ciertas alturas». «Ya no es una cuestión de opinión», asegura durante una entrevista con este diario en ESAC. Duque, que durante cinco años desarrolló satélites de observación en la empresa Elecnor Deimos, explica que todos los operadores de sátelites conviven con este problema y cuentan con personas que se encargan de calcular la distancia a la que se encuentran fragmentos que pueden suponer una amenaza. «Es algo que no podemos dejar de vigilar. Si seguimos generándola, el peligro irá en aumento. La basura espacial puede suponer la limitación de la utilización del espacio. Por eso hay que tomar medidas ya», reclama. 

sábado, 24 de noviembre de 2012

Nerina Orton aspira a ser la mujer con la cintura más pequeña del mundo



Hay quien sueña con tener una casa más grande, un coche más potente o una cuenta corriente con muchos ceros y hay quienes, por el contrario, se fijan un objetivo mucho más peculiar, pero no por ello menos ambicioso. Es el caso de la británica Nerina Orton, que aspira a conquistar el Récord Guiness de la mujer con la cintura más pequeña del mundo. Un título que por ahora posee la estadounidense Cathie Jung con una marca difícil de batir: 38 centímetros, tan sólo uno menos que Orton, que ha logrado esta increíble medida gracias a su colección de corsés, valorada en 15.000 euros. 

Esta bailarina de burlesque, de 22 años, y estudiante de Ciencias Biomédicas tiene más de 78 modelos de este tipo de prenda, de la que no se desprende durante 23 horas al día, incluso mientras duerme. Únicamente se quita el corsé para ducharse. «Al principio sentía como si tuviera una barra alineada contra mi espalda, pero me he acostumbrado y ahora es muy cómodo», explica Orton, en declaraciones al Daily Mail. 
La joven no parece dispuesta a cambiar de hábitos y recuerda con cariño el primer corsé que le regalaron cuando tenía apenas 14 años. En aquella época quería tener el vientre más plano, pero ahora le gusta porque le hace sentir más femenina y resalta sus caderas. «Me encanta usarlos y nunca estaría sin uno», afirma convencida. «Adoro la ropa de la época victoriana y a las mujeres de cinturas delicadas de aquellos tiempos». 


Admite que su obsesión por los corsés puede no ser entendida, pero no le molesta que la critiquen ni convertirse en el centro de todas las miradas. «Estoy acostumbrada», comenta orgullosa. 
Además de no despegarse de este tipo de vestimenta, Orton también tiene que cuidar su alimentación. «Hago seis pequeñas comidas al día y no bebo alcohol porque la última cosa que quiero es tener tripa», explica. 

Es consciente de que su gusto por tener una cintura de avispa podría ocasionarle problemas en un futuro. Por eso, acude cada poco tiempo a un médico para hacerse un chequeo completo. «Mis costillas se han movido, y ahora están más juntas. Cada cierto tiempo me revisan la columna para asegurarse de que no se ha torcido. Además, comprueban que no se haya dañado ningún órgano. Nunca he tenido problemas, aparte de sentirme mareada alguna vez». 


Pero ni los mareos ni las molestias han apartado a Orton de su objetivo y en tan sólo nueve años ha conseguido reducir el perímetro de su cintura en 15 centímetros. 
Sin embargo, todavía se mira en el espejo y piensa que no es suficiente. Para Orton el ideal femenino está muy lejos del 90-60-90. Esta joven bailarina de cintura imposible sueña con entrar en un corsé de 35 centímetros. ¿Será capaz de conseguirlo o su cuerpo terminará por rebelarse ante el yugo de las ataduras?