miércoles, 28 de noviembre de 2012

Intentan descifrar los signos tallados hace 5000 años



En un despacho luminoso del Museo Ashmolean de Oxford, cerca de las momias egipcias y de los vestigios de la civilizaciones preclásicas, se encuentra tal vez la clave del lenguaje más antiguo del mundo aún por descifrar. Una larga década lleva el profesor Jacob Dahl intentando desvelar el contenido de las tabletas de la cultura proto-elamita, halladas en el sur de Irán, con la ayuda de un sofisticado sistema que le permite analizar las piezas de 5.000 años de antigüedad con 76 ángulos e iluminaciones distintas. 

Dahl nos invita a sumergirnos con él en la enigmática sucesión de incisiones en la arcilla -puntos, barras, aspas, círculos, medias lunas- y a intentar dar un sentido a lo que estamos viendo: «Aquí no hay Piedra Rosetta que valga. Ni siquiera tenemos la certeza de qué lengua hablaban, por lo que no tenemos pistas fonéticas. Todo eso complica aún más la interpretación de ese sistema silábico incipiente que al parecer usaban». 

Hasta la fecha, Dahl ha logrado descifrar al menos 1.200 signos, tras incontables viajes al Museo del Louvre, donde se encuentran la mayor colección de tabletas proto-elamitas. «No estamos precisamente ante piezas de poesía, sino más bien ante un sistema burocrático de contar mercancías y personas», explica el profesor del Wolfson College de Oxford. «Estamos ante una sociedad agrícola, dominada por una élite que considera a campesinos esclavizados poco menos que como piezas de ganado. El estatus se mide precisamente por el número de personas que uno tiene por debajo, y a uno de los propietarios le llaman algo así como el Señor Cien», añade Dahl. «Los ricos comen leche, yogur y queso, y son los que tienen las ovejas y las cabras. Los campesinos viven en el umbral del hambre y comen gachas de centeno y beben una especie de cerveza». 

Pero todo lo que sabemos de la cultura proto-elamita que floreció en Susa entre los años 3.200 y 2.700 antes de Cristo es poco. Se supone que la escritura la tomaron prestada del sistema proto-cuniforme de Mesopotamia, aunque con variaciones que añaden aún más niebla al enigma.
«A diferencia de las tabletas mesopotámicas, el sistema proto-elemita se escribe en líneas y no en cajillas, lo cual es ya un avance», precisa Dahl. «Aunque se siguen usando símbolos para contar animales, los signos se hacen abstractos y estamos quizás ante un hallazgo que nos obligue a reescribir el origen de los sistemas silábicos». 

Queda además una intriga final, y es la desaparición total del sistema al cabo de 200 años… «Tendemos a ver la escritura como un signo de la evolución de las civilizaciones, pero en este caso fue claramente una herramienta de control. Quizás dejó de usarse porque perdió su eficacia administrativa. Y seguramente también porque no hubo un intento de un empaque académico al sistema, que quedó en manos de unos cuantos burócratas que seguramente cometían errores sobre la marcha, lo que dificulta aún más su compresión». 

Aún queda por interpretar más del 80% del misterioso sistema escrito, aunque el profesor de Oxford está convencido de que estamos a un paso de «romper el código», con la ayuda de la tecnología y de la colaboración entre científicos. Dahl no pone la mano en el fuego, pero estima que en dos años podremos llegar hasta el fondo del contenido de las cerca de 1.600 tabletas proto-elamitas que se conservan. La herramienta básica con la que está trabajando obedece a las siglas de RTIS (Reflectance Trasformation Imaging System) y consiste en una cúpula oscura que es capaz de iluminar y fotografiar las tabletas desde 76 ángulos distintos para captar hasta la mínima incisión. Con la ayuda de un procesador de imágenes, el profesor Dahl es capaz de visualizar y casi tocar la arcilla milenaria, a la busca de nuevas pistas en su despacho de Oxford.

No habría horas suficientes para cuantificar su trabajo y su dedicación, pero Dahl está convencido de que el celo privado de cualquier investigador tiene un límite, y por eso ha decidido divulgar sus imágenes online. «Creo en el poder del crowdsourcing y en las posibilidades que nos brindan el trabajo de grupo y las nuevas tecnologías para comprender por fin el sistema escrito más antiguo del mundo aún no descifrado», concluye. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario