Un teniente español resultó ayer herido de metralla en un brazo, cuando tres individuos vestidos con uniforme del ejército afgano abrieron fuego y lanzaron granadas de mano en el interior del campamento militar de Moqur, donde un equipo de militares españoles instruye al ejército afgano en la provincia de Badghis, en el noroeste de Afganistán.
El oficial herido se encontraba precisamente asesorando a los soldados afganos y hacía tan solo unos días que había llegado al país, ya que forma parte del nuevo contingente de la Brigada de Infantería Ligera Aerotransportable (Brilat) que está haciendo el relevo.
Como consecuencia del ataque, uno de los asaltantes fue capturado por las tropas afganas y el otro, que en un principio se dio por muerto, se encuentra muy grave. Existen dudas sobre si un tercer asaltante logró huir tras los acontecimientos.
Los ataques internos, protagonizados por efectivos de las propias fuerzas de seguridad afganas, se han convertido en la principal amenaza de las tropas internacionales en Afganistán. Más de 50 soldados extranjeros han muerto en este tipo de ataques desde enero. El de ayer fue el segundo que sufre el contingente español. En agosto de 2010, dos guardias civiles y un intérprete españoles murieron por disparos de un policía afgano, también en Badghis.
Fuentes militares desde Qala-e-now, la capital de Badghis, aseguraron que el teniente sufrió heridas leves en el brazo izquierdo. Primero recibió asistencia médica en la base española de Moqur. Después, fue trasladado al hospital Role II estadounidense en Qala-e-now.
No está claro si los asaltantes realmente eran soldados del ejército afgano o insurgentes disfrazados con uniforme militar.
Sea como sea, los que se suponen aliados de las tropas internacionales se pueden convertir en enemigos en cuestión de segundos. Este año ha habido tantos casos de militares extranjeros abatidos por soldados o policías afganos que las tropas de algunos países han tomado medidas especiales de seguridad. Por ejemplo, las tropas regulares de Estados Unidos han dejado de compartir campamentos con el ejército afgano. Ahora se alojan en bases adyacentes, pero separadas por una pared y con constante vigilancia armada. Los soldados y policías afganos ya no pueden entrar armados en la mayoría de las bases norteamericanas y se ha creado la figura de los denominados ángeles de la guarda: militares cuya única misión es estar en alerta y vigilando para responder a un posible ataque de las fuerzas afganas.
El Gobierno se comprometió en 2008 a formar a una brigada entera del ejército afgano, es decir unos 3.500 soldados, con la condición de que se desplegaran en la provincia de Badghis, donde el grueso de las tropas españolas están destinadas. La mayoría de la brigada afgana ya está sobre el terreno. Sólo falta un batallón de infantería que está empezando la instrucción en Kabul y que llega en marzo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario