A sus 45 años, a Poli Díaz ya sólo le faltaba esto. Unos desconocidos le atacaron ayer en las cercanías de su casa, en Vallecas. A media mañana, Poli estaba en una cama del Hospital Infanta Leonor, con dos puñaladas y el cuerpo como un cristo. Aunque todavía estaba un poco tocado, Poli tiene claro que no van a conseguir amedrentarle: «No tengo miedo de esos tipos. Me llevaban buscando un tiempo, hasta que me han encontrado».
La información, más allá de la que cuenta el propio Poli, es escasa. A las 7.30 horas de ayer, el Samur recibió el aviso de que había un hombre apuñalado en la calle Arroyo del Olivar, en Vallecas.
En principio se consideró como un herido leve, y se le trasladó al Hospital Infanta Leonor, donde quedó ingresado. El hospital avisó a la Policía Nacional y facilitó la identidad del Potro de Vallecas.
Unas horas después, Eva, la mujer de Poli, puso un mensaje en Facebook, según publicó la web del diario Marca.
El grupo de Policía Judicial de la comisaría de Puente de Vallecas se ha hecho cargo de la investigación de esta agresión a Policarpo Díaz.
Poli relata que sus agresores «son unos rusos», y fuentes cercanas al caso matizaron que puede que se trate de tres o cuatro georgianos. Según las mismas fuentes, y confirmado por el propio Poli, en los últimos tiempos ya ha tenido algún conflicto violento con esta gente.
En su cama del hospital, Poli muestra dos puñaladas que afortunadamente fueron leves, pero le podían haber costado la vida.
Una de ellas estaba bajo el pezón izquierdo, a la altura del corazón. Era un corte horizontal de unos tres o cuatro centímetros, y por lo que se ve la hoja o bien le dio de lado o bien chocó contra una costilla, pero si la herida llega a ser penetrante le podría haber afectado directamente en el corazón.
Poli tiene además un par de cortes de arma blanca en una de sus piernas, pero por suerte también han sido leves. «Me duelen mucho las piernas», es la queja constante del ex boxeador. Según su esposa, anoche mismo le iban a dar el alta en el hospital.
Los problemas de Poli Díaz con estos georgianos vienen ya de un tiempo atrás. Hace algo más de un mes, según fuentes policiales, le dieron una paliza. El propio púgil explica, además, que esta gente le intentó secuestrar esta misma semana: «Me pusieron un trozo de plástico en la boca y me metieron en un coche. Después me llevaron a Pozuelo, pero conseguí librarme de ellos. Por eso han vuelto a por mí». La prueba de que algo más le ha pasado a Poli Díaz está en su ojo izquierdo, totalmente morado, aunque ya no lo tiene hinchado.
Su propia memoria le juega malas pasadas y no le deja acordarse bien de todos los detalles de las cosas que le han ocurrido con sus agresores. Por ejemplo, dice que el secuestro de Pozuelo le ocurrió justo el día antes de su agresión, pero las marcas del ojo hacen pensar que son algo más antiguas.
Sin embargo, él insiste en que no tiene miedo, y dice que si quieren ir a por él les va a costar trabajo, porque aún es duro de pelar.
Ayer por la tarde, según informó la Jefatura Superior de Policía de Madrid, se esperaba que los agentes encargados de la investigación fueran a verle para que declarase sobre los sucesos ocurridos en su barrio.
El hombre que pudo ser campeón del mundo de boxeo, y muchas veces campeón de Europa, lleva intentando enderezar su vida desde que en los 90 tuvo problemas con las drogas y dejó el boxeo.
Sin embargo, Poli ya ha pasado la peor parte de sus años oscuros y ha vuelto al boxeo. Hace tan sólo una semana estaba dando clases en un gimnasio de Bilbao, y trata de enseñar a los chavales que se aficionan al combate con clases por horas en diversos gimnasios, también de Madrid.
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