Más de cien cámaras y nadie vio la avalancha, que sin embargo quedó grabada en el sistema automático. Parece increíble y será uno de los puntos que, sin duda, investigará el juez que instruye la tragedia del Madrid Arena. Una negligencia decisiva, ya que una llamada de alarma hubiera permitido frenar a la gente que iba a la salida donde se produjeron las muertes.
Técnicos que conocen a la perfección la instalación denuncian el proceder de los empleados y responsables de la empresa Seguriber. «Se incumplieron muchos de los protocolos», afirman.
El Madrid Arena tiene un centro de control de cámaras en el que siempre debe haber un agente jurado controlando lo que sucede tanto en el interior como en el exterior. Ese día, como siempre, había un empleado de la compañía en el centro de control. Pero no estaba solo. También se encontraban en la sala el coordinador jefe de Equipo Exterior de Seguriber, Raúl Monteverde, y el coordinador de Exterior de la misma empresa, Juan José París. Es decir, dos personas responsables de seguridad estaban en el centro de control con el agente jurado y no vieron nada de lo que sucedía en el interior.
Raúl Monteverde declaró a la policía que a las cuatro de la mañana (ya se había producido la avalancha), se habían desplazado «al objeto de disfrutar de un pequeño descanso» a la sala de control de cámaras de seguridad.
Desde allí se controlan todos los rincones del palacio, como destacaron en la inauguración del espacio. Monteverde declaró que durante su paseo anterior le pareció que «a simple visa se podía apreciar que el recinto se encontraba masificado de personas», incluso «más que en otras ocasiones».
El coordinador jefe exterior y su compañero estuvieron 10 minutos en la sala de control sin ver que desde las 3.40 horas según algunas versiones, y desde las 3.59 según la policía municipal, se estaba produciendo el fatal embotellamiento.
Monteverde declara que a las 4.10 «una vez disfrutado su periodo de descanso», ambos abandonaron la sala.
Cuando salían vieron a unos tres metros de la sala a una chica joven tumbada en el suelo a la que llevaron a la enfermería.
Las normas y el protocolo para este tipo de fiestas señala que cualquier persona del servicio de seguridad interior o exterior debe llamar nada más producirse una alarma al 112. Ni los empleados de Seguriber, ni los de Kontrol 34 lo hicieron. De hecho, la primera llamada se recibió en la emisora de la Policía Municipal a las 3.56 horas. El origen es el 112, que dice que un ciudadano les informa que hay una persona enferma en la vía pública en la avenida de las Aves. El Samur en su informe precisa que recibe del 112 la llamada a las 3.59 horas y que a las 4:04 llega el primer dispositivo que está por la zona.
Es decir, según los primeros análisis, el centro de control no hizo de coordinador como dicen los protocolos. No hubo esa llamada que hubiera permitido cerrar al acceso al pasillo mortal.
La tragedia que había empezado antes de las 4:00 seguía con una montaña de atrapados en una de las salidas. Monteverde declara «que no dan importancia al suceso» cuando encuentran a la joven y marcha con París a hacer un control de personal. Cuando están a la altura de los camerinos encuentran a otra persona en el suelo que trasladan a la enfermería. Cuando están en la llamada «cota 5» ven que un portero de seguridad traslada en su espalda a otra herida. En ese momento llaman a una ambulancia, no hablan con el centro de control como es obligatorio, según declaran a la Policía. A los 40 minutos llama a Madrid Espacios y Congresos para informar.
París reconoce que «hay cinco puestos de seguridad en el interior del pabellón desempeñados por empleados de Seguriber» . Se separó de su compañero Raúl pero no llamó a la central para pedir ayuda como marcan los protocolos.
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