La decisión de retirar la custodia de tres niños a una pareja afiliada al Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP) suscitó ayer un intenso debate político en Londres, donde tanto el Gobierno como la oposición laborista solicitaron que se investigara el caso para revisar la medida.
Los tres niños, pertenecientes a minorías étnicas, vivían con la pareja británica desde hace ocho semanas hasta que los servicios sociales del Ayuntamiento de Rotherham, al norte de Inglaterra, revocaron la custodia por pertenecer a un «partido político racista». La pareja lleva siete años acogiendo a niños huérfanos o de familias disfuncionales, y el Consistorio nunca había recibido quejas de la pareja.
La directora del departamento de la infancia de Rotherham, Joyce Thacker, matizó ayer que sólo buscan un ambiente «culturalmente sensato». «Estos niños no son blancos británicos y no éramos conscientes de las posturas políticas de los padres de acogida. Existen ideas muy duras en el partido UKIP y tenemos que pensar en el futuro de los niños», señaló Thacker a la BBC.
Sin embargo, el Gobierno conservador de David Cameron y el Partido Laborista criticaron ayer sin ambages esta decisión. El ministro de Educación, Michael Gove, afirmó que las razones para negar la custodia a esta familia son «indefendibles». «No hay una política, como se ha insinuado, sobre que si se es miembro de un determinado partido no se pueda acoger a niños», añadió. De hecho, él mismo creció con una familia adoptiva. En la misma línea se mostró el líder de la oposición, Ed Miliband: «Ser miembro de UKIP no debe ser un obstáculo para la adopción de niños. Necesitamos hogares con corazón en todo el país con independencia del partido político del que uno sea miembro».
El Partido por la Independencia (UKIP), que lidera Nigel Farage, es una formación nacionalista, radical y conservadora que apuesta por la salida del Reino Unido de la Unión Europea. En su página web sostiene que es un partido «libertario y no racista», aunque mantiene unas posiciones muy duras contra la inmigración y promueve conceptos como la ciudadanía británica frente la multiculturalidad.
Históricamente, el UKIP contaba con una ridícula adhesión en el Reino Unido (3,1% de los votos en las generales de 2010), pero en las últimas elecciones al Parlamento Europeo en 2009 obtuvo 13 diputados y, en septiembre, una encuesta del semanario The Observer colocó a esta formación como la tercera fuerza política (10%) por delante de los liberaldemócratas (8%).
Aunque todavía no tiene representación en la Cámara de los Comunes, el ascenso de este partido con mensajes de derecha dura y eurófoba preocupa de especial manera al partido del premier David Cameron, que está estrechando su base de votantes y sus ingresos en concepto de donaciones. Algunos políticos conservadores, como Roger Helmer o David McNArry, ya se han sumado a sus filas, y el ala más radical de los tories también coincide con los encendidos discursos del UKIP contra la Unión Europea.
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