Es el único superviviente de Pozoblanco. Aquel 26 de septiembre de 1984, Francisco Rivera Paquirri perdió la vida corneado por Avispado en una tarde en la que José Cubero Yiyo y Vicente Ruiz El Soro le acomparon en el cartel. Un año después, el 30 de agosto, Yiyo moría en la plaza de toros de Colmenar Viejo corneado en el corazón por Burlero.
El Soro se salvó pero tampoco escapó al infortunio: su destrozada rodilla le obligó a retirarse en 1994. Treinta y cuatro operaciones y casi dos décadas después, el valenciano anuncia que volverá a los ruedos con 51 años. «Aunque la gente pueda pensar lo contrario, no estoy loco. Me puse en contacto con el doctor Pedro Cavadas –famoso por sus éxitos en el trasplante de extremidades–, que después de seis operaciones ha resuelto el problema reconstruyéndome toda la estructura ósea de la pierna izquierda con dispositivos de metal. Es lo que se llama una pierna biónica», matiza el torero.
La noticia supone el final del tunel a una historia que empezó en la plaza de toros de Benidorm, tras poner un par de banderillas. «Me hice un gran destrozo, que se fue complicando luego y extendiéndose por la pierna con otros problemas, como pequeños tumores, defectos congénitos y hasta un virus de quirófano», explica el torero.
«Desde entonces –continúa el torero– he ido buscando desesperadamente a los mejores especialistas para ver si alguno daba con la solución del problema. He estado en Houston, en Boston, en París, en Los Ángeles, en Manchester, en Suiza, en Holanda, en Madrid, en Barcelona... y así hasta llegar a someterme a 34 operaciones, la mayoría sin éxito». Hasta que hace cuatro años se puso en manos del doctor Cavadas, informa Efe.
«Era una noticia muy llamativa, en la que explicaban que un médico español había conseguido implantar el brazo de un accidentado en una de sus piernas para evitar el riesgo de infección (y reimplantarlo posteriormente). Ese era el mismo riesgo que yo tenía, el que complicaba todo. Incluso pensaron en amputarme la pierna, aunque yo siempre me negué a ello incluso firmándolo ante notario», dice. Aunque la longitud del miembro afectado se ha reducido en siete centímetros y necesita usar un alza para poder caminar, El Soro asegura que «dentro de ese margen», se encuentra «perfectamente», porque hasta puede «correr y entrenar».
«Así que, con esa capacidad recuperada, hace dos años ya empecé a darle vueltas a la posibilidad de volver a vestirme de luces. He perdido 26 kilos de peso y –reconoce con orgullo– ya he toreado en el campo vacas y novillos con mucha soltura. El 31 de agosto estoy anunciado para actuar en un festival en México, en la ciudad de Tijuana».
A su vuelta a España, El Soro tiene la intención de «encerrarse» en el campo para prepararse a fondo de cara a cumplir el más ansiado de sus sueños: volver a hacer el paseíllo en la plaza de toros de Valencia, la ciudad donde el «sorismo» sigue siendo casi una religión entre los aficionados. «Mi idea –confiesa– es torear dos tardes en las próximas Fallas: el día de San José y, por supuesto, el 14 de marzo, cuando se cumplirán mis 32 años de alternativa. Creo que los valencianos, que me siguen mostrando su cariño a diario, me recibirán con los brazos abiertos, igual que muchos compañeros».
En cuanto al toreo que pueda realizar con esa merma de facultades físicas, El Soro se sincera: «Ya no será el toreo explosivo de antes, el de las banderillas y las mascletás», sino que se expresará «con ese poso y ese gusto que a los toreros nos dan los años y las vivencias», finaliza.