Es cosa de marcianos, pero es que el niño no debe ser de este mundo. Sólo Kenny Roberts lo consiguió antes, ser campeón del mundo de la categoría reina a la primera, en el debut. Fue en 1978 y entonces, el auténtico Marciano, el de Modesto (California), a ciegas en cada circuito, todos nuevos para él, conquistó el Mundial. Tenía 26 años y nadie fue capaz de hacer algo parecido, ni antes ni después. Y ahora irrumpe Marc Márquez y amenaza todo eso, toda la historia del motociclismo, un chico de 20 años que a estas alturas, ocho carreras disputadas ya, está de nuevo en la cúspide, líder tras aprovechar las ausencias por lesión de los favoritos y ganar con contundencia de veterano en Sachsenring.
Ni cuatro meses de pelea y observa a todos desde arriba. Ha dejado de ser una sorpresa, un animador. Su sonrisa ya provoca temor. Ya no hace tanta gracia. Tan osado, tan precoz que ya hasta las victorias le saben a menos. Qué bárbaro. «No sabe como la de Austin, que fue la primera. Además aquí no estaban ni Dani ni Jorge», se atreve a pronunciar tras la exhibición, quitándose mérito. Porque, en efecto, no se recordaba la última vez que no participaron ni Pedrosa ni Lorenzo, la misma (mala) suerte para ambos, quebrados sobre el asfalto, impedidos por el dolor. Pero el mérito también es eso, no dejar pasar el resquicio, lanzarse a por la oportunidad, vencer con rotundidad y atrapar el liderato, que arrebata a su compañero del Repsol Honda, su rival por si había alguna duda.
Ayer en Sachsenring, ese circuito ratonero, enrevesado, peligroso, comenzó otro Mundial. Se reseteó. Faltaron los que estaban predestinados a pelear entre ellos hasta el final y se dieron cuenta de que ya no estarán solos en esa pugna. Por supuesto que pujará Márquez, pero también Valentino Rossi, pese al tercer puesto que le dejó con un amargo sabor de boca: «Esperaba hacer una carrera mejor». Y también Cal Crutchlow, segundo, tercer podio consecutivo, el británico guasón que tampoco es una broma.
Ambos acabaron rendidos ante el novato, que se comportó como el más experimentado de todos. Atrapó la pole el sábado y aunque, otra vez, firmó una mediocre salida que le retrasó hasta la cuarta plaza, se empeñó en una vertiginosa remontada que pronto le dejó con todo el horizonte para él, con 25 vueltas en solitario hasta la meta, otra vez terra ignota como avisaba su mentor Emilio Alzamora en plena batalla: «No tenía la experiencia de tirar solo».
No le importó, otra cosa menos que aprender para el futuro, lecciones a manotazos. Esta vez no estaba la rueda de Pedrosa para seguir, tocaba aventurarse en soledad. «Ha sido una buena experiencia, aunque quizás prefiero que las carreras sean más movidas», reflexionaba después. Tenía buenos precedentes en Alemania, donde sumaba tres victorias consecutivas en las otras categorías. Lo tuvo claro desde el principio. Ahí, en el amanecer, era el momento de arriesgar y luego imponer su ritmo.
Para quitarse de en medio al valiente Aleix Espargaró, que con su CRT se permitió el lujazo de rodar tres vueltas por delante de Márquez, que temió porque Bradl –su adelantamiento para ponerse primera levantó de las gradas a sus compatriotas– y Rossi se escaparan. Una vez resuelto el primer problema, atrapó rápido al dúo de cabeza y procedió. A ambos en el mismo punto, la curva de entrada a meta. Primero a Il Dottore, que inmediatamente después de la pasada tuvo un susto que le retrasó e hizo que le echara el guante Crutchlow, que venía por detrás en plena remontada. Al poco Stefan Bradl, al que no duró demasiado su ímpetu inicial y fue retrasándose hasta la cuarta plaza final, que es su mejor resultado del año.
25 vueltas por delante y ni una duda. Por detrás las Yamaha sin Lorenzo batallaban entre ellas y en el momento que Crutchlow adelantó a Rossi, Marc les contestaba con la vuelta rápida (1:22.066), por si alguno tenía esperanzas. Apenas se acercó tímidamente el británico a la cabeza, un par de amagos sin inquietar demasiado a Márquez, siempre con más de un segundo y medio de colchón. No pudo cumplir el de Tech III la promesa que le hizo la noche antes por teléfono a Lorenzo, la de ganar la carrera para minimizar los daños. Lo volverá a intentar en Laguna Seca, donde tampoco estará el balear. Cal está demasiado cerca de su primer triunfo, empieza a merecerlo con rotundidad.
El novato, que estalló de felicidad, es el líder, dos puntos por encima de su compañero, 11 del campeón del mundo. Palabras mayores. Tras los fuegos artificiales del inicio, el Mundial sigue siendo una bomba. Y no ha llegado ni a la mitad.
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