Edward Snowden, de 29 años, se acaba de colocar al mismo nivel que Daniel Ellsberg, el hombre que filtró los Papeles del Pentágono que demostraban los errores sistemáticos de EEUU en Vietnam. Snowden, ex técnico de la CIA y actual trabajador de la consultora Booz Allen Hamilton (que preside el ex director de la CIA con Bill Clinton, James Woolsey), es el hombre que ha filtrado al diario británico The Guardian la información sobre el espionaje masivo de EEUU en las redes de internet y telefonía del mundo.
Snowden sabe de lo que habla, ya que en la actualidad trabaja, dentro de Booz Allen, con la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), la principal organización responsable del espionaje electrónico estadounidense. Su salario es de 150.000 euros brutos anuales. Su puesto no parece de particular relevancia, al igual que tampoco lo era el de Bradley Manning, el soldado responsable de Wikileaks. Ambos estaban, simplemente, entre los 854.000 estadounidense que, según informó The Washington Post en 2010, tienen acceso a información secreta.
Según The Guardian, sus intenciones son totalmente altruistas. Snowden ha declarado que está «dispuesto a sacrificar» la familia, su empleo y su bienestar «porque, en conciencia», no puede «tolerar que el Gobierno de Estados Unidos destruya la privacidad, las libertades básicas y la libertad en internet con la gigantesca maquinaria de vigilancia que estamos construyendo».
El ex agente de la CIA reconvertido en adalid de las libertades se ha trasladado a Hong Kong, y no se hace ilusiones sobre su futuro. «No espero volver a mi hogar nunca», ha declarado. No está claro, sin embargo, que eso suceda. Parece sólo cuestión de tiempo –de muy poco tiempo– que EEUU reclame su extradición. En EEUU podría ser condenado a muerte o, más probablemente, a cadena perpetua sin remisión de condena. Snowden viajó desde Hawai –donde vivía con su novia y trabajaba para la NSA– el 20 de mayo a Hong Kong, el territorio semiautónomo chino, porque considera que allí tiene más posibilidades de eludir la acción del Gobierno de Estados Unidos.
Sin embargo, no se hace ilusiones. «Todas mis opciones son malas», declara a The Guardian. El ex agente de la CIA ha explicado que esa agencia de espionaje tiene una estación (es decir, una base) en el consulado de EEUU en Hong Kong. Snowden también es consciente de que Estados Unidos puede actuar «por medio de terceras partes», entre las que incluye a empresas privadas, como la propia Booz Allen, servicios de espionaje de países aliados e, incluso, las famosas Triadas, es decir, las mafias chinas.
Todo parece indicar, sin embargo, que la apuesta de Snowden es que el Gobierno chino, que mantiene una abierta rivalidad con Estados Unidos, le proteja en Hong Kong. En ese caso, se daría una paradoja notable: para proteger la libertad de expresión y la privacidad en EEUU, el ex agente de la CIA estaría bajo la custodia de una dictadura que practica la censura total de internet y las telecomunicaciones.
De hecho, la semana pasada, Weibo, el principal sitio de micro-blogging de China (similar a Twitter) prohibió, entre otros, los siguientes términos: «Aniversario», «1989» y «hoy». La causa era evitar cualquier referencia a los 25 de la matanza de manifestantes prodemocracia en la plaza de Tianamen. En su celo censor, Pekín llegó a prohibir el uso de la expresión «Gran Pato Amarillo», aunque no esté claro qué tiene eso de subversivo. Con semejante aliado, no es de extrañar que, en sus declaraciones a The Guardian, Snowden no descarte que los servicios secretos chinos le detengan y le obliguen a contar todo lo que sabe del espionaje estadounidense.
La identidad de la fuente de The Guardian –y, presumiblemente, de The Washington Post, que también ha estado publicando información sobre ciberespionaje, aunque con más autocensura– no parece haber sido una sorpresa para sus ex compañeros. Desde que las filtraciones fueron publicadas, el jueves, funcionarios de la NSA han visitado el domicilio de Snowden en al menos dos ocasiones, y han contactado a su compañera.
Y es que el rigor con el que se persigue a los espías en EEUU es formidable. Quien no lo crea, aquí tiene la respuesta que recibió este periodista de un ex funcionario de la NSA el sábado por la noche, después de contactarle a través de una tercera persona para tratar de saber los principios de la ciberguerra, y sin ninguna referencia al actual escándalo: «Desafortunadamente, debido a mi pasada afiliación, no me está permitido hablar de estas cosas».
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