Cuando las dos activistas Femen irrumpieron en el escenario del programa Alemania busca su nueva top model, que presenta la modelo Heidi Klum, los 15.000 espectadores en el plató quedaron paralizados y la cadena de televisión Pro 7 se anotó un pico de audiencia de cinco millones de telespectadores, más de un 16% de la cuota de pantalla.
Las dos revolucionarias, que protestaban contra el modelo sexista que propone el programa a las adolescentes alemanas, iban, naturalmente, con el pecho al descubierto y se habían escrito sobre el torso, sorteando con maestría las subidas y bajadas de la superficie, mensajes como: «Heidi horror picture show» y «Heidi te odia».
Una vez que los chicos de seguridad consiguieron dominar el azaroso proceso de sujetarlas por donde podían y sin perder el decoro, las bajaron del escenario y las condujeron a comisaría. No se volvió a saber de ellas hasta que fue revelada su identidad y se supo que una de ellas, Zana Ramadani, de 29 años, es además de fundadora de Femen Alemania, miembro del partido de Merkel, la CDU, y de la directiva de las Juventudes Cristiandemócratas en Wilnsdorf.
Puesto que la CDU ha mostrado reiteradamente su rechazo al movimiento Femen, la contradicción parece evidente. ¿O es que Merkel tiene infiltradas en el grupo? «En absoluto, son actividades complementarias. Como política no puedo dar a Alemania todo lo que el país necesita. Por eso me he comprometido con Femen», ha dicho en una entrevista Zana. «No me han dicho nada en el partido porque no hay nada que decir. Femen es un movimiento activista y los partidos hacen política, son dos formas diferentes de trabajar», explica, al tiempo que defiende la figura de Merkel: «La canciller es una mujer admirable, como política y como activista de Femen yo me quito el sombrero».
Y como buena seguidora de la canciller Angela Merkel, apenas salió de comisaría, se presentó en su puesto de trabajo como si no hubiera pasado nada. Naturalmente puntual, y como si no hubiera hecho nada especial la noche anterior. «De alguna forma tengo que financiar este tipo de activismo. Este año he invertido todo lo que tenía ahorrado para mis vacaciones», se enorgullece. «Mis compañeros se toman con humor este hobby y mi jefe lo sigue con mucho interés, aunque tiene más de 60 años…», explica la entusiasta activista.
De familia de origen macedonio y nacida en un pueblo de 1.600 habitantes cerca de Siegen, en Renania Norte-Westfalia, estudió Políticas y Sociología y actualmente trabaja en un bufete de abogados.
Su familia es musulmana y «está sufriendo mucho» al verla «desnuda en televisión», reconoce, «pero el islam me obliga a comprometerme contra la injusticia».
«Queríamos denunciar que es un espectáculo de sadismo, la dictadura de la estética le arruina la vida a muchas chicas», insiste, y le divierte recordar que «Heidi se quedó en shock, no se lo esperaba, abría la boca sin creer lo que veía. ¡Oh, Dios mío! ¿Llevan los pechos al aire o lo he soñado?».
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