Los hogares de Cisjordania y Gaza, tan separados por la geografía y rivalidad interna palestina, se unen sólo el viernes y sábado noche. Antes de irse a la cama y soñar con el nuevo símbolo de su causa, vibran con él en prime time. La palabra no es del viejo político que promete un Estado en el atril de la ONU, ni del poeta en el exilio que evoca su tierra, ni tampoco del yihadista encapuchado que dialoga con misiles y bombas.
La palabra es de la música. A sus 22 años, Mohamed Assaf conquista los corazones palestinos y árabes encogidos en torno a su voz, que arrasa en el popular programa Arab Idol. El mismísimo presidente palestino, Abu Mazen, le llamó felicitándole por clasificarse entre los siete finalistas reconociendo como un entusiasmado adolescente más que le sigue en la cadena MBC. La compañía palestina de telefonía Jawal no cobra los mensajes al «número 3» para que su candidato gane ante una audiencia estratosférica.
«Assaf demuestra al mundo que en Gaza también hay cantantes que pueden triunfar. Representa a Palestina como nadie lo había hecho antes», presume por teléfono el joven Mushir Alham.
Su sueño casi muere antes de nacer. Assaf partió del campo de refugiados de Jan Yunes hacia El Cairo para asistir al casting del canal saudí. Llegó tarde. La puerta del hotel estaba cerrada pero no se rindió y saltó la verja trasera para enterarse de que los números de los candidatos ya habían sido repartidos. Resignado, inició el camino de vuelta hasta toparse con la sonrisa del destino.
«Me encontré a un saudí que había escuchado mi música y me dio su número diciéndome que yo era mejor cantante y que tendría más posibilidades de ganar», recuerda. Assaf es hoy un póster, un referente palestino…y fantasía de muchas mujeres. «Las chicas no vienen a casa pero le siguen en internet», confiesa su madre, Umm Shadi, que reivindica: «A los jóvenes de Gaza no les faltan talento o ambición, pero necesitan superar las penurias. Gaza no es sólo terrorismo, muerte y violencia». El padre asume que «no se quedará porque aquí las posibilidades artísticas son limitadas».
Canta arropado con una tradicional kefia. «La causa palestina [que desde el domingo cuenta con un nuevo defensor, el recién nombrado primer ministro Rami Hamdalá] es mucho más importante que mi carrera», aclara a la agencia Maan.
Desde muy joven cantaba en bodas. Pero en 2007, el grupo islamista Hamas expulsó violentamente a los leales a Al Fatah, haciéndose con el control de Gaza. Con un repertorio patriota y folclórico, el chaval intentó baladas de amor. Hamas no sólo le prohibió la música romántica y occidental, sino que le arrestó varias veces. Incluso por vestir «tejanos poco apropiados». Hamas no es precisamente un adalid del progreso y hace meses condicionó a la ONU la celebración del maratón en Gaza a que las mujeres no participasen.
Pero hoy ningún jeque islámico puede con el cantante que pide la reconciliación interna. Como todo ídolo, es intocable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario