Cuentan que hubo un año sin verano. Fue en 1816, así que no había observatorios meteorológicos en cada esquina tomando datos. Pero los documentos históricos recogen que la falta de sol y las bajas temperaturas arruinaron las cosechas y causaron importantes hambrunas en el Hemisferio Norte. Sin embargo, aquel año el tiempo no jugó sólo con las reglas de la variabilidad natural del clima. La erupción del volcán Tambora (Indonesia), la mayor en más de 1.300 años, causó una nube de cenizas que cubrió el cielo en medio mundo y evitó que el sol calentara la tierra.
Eso no ocurrirá este año. Pero algunas importantes instituciones meteorológicas, como la Administración Nacional para la Atmósfera y el Océano de EEUU (NOAA) o el Met Office británico, vaticinan un verano frío y húmedo. Y lo cierto es que esta primavera ha batido récords de temperaturas mínimas y ha arruinado varias cosechas. De momento, está siendo una continuación del invierno.
Además de las frías previsiones de la NOAA o el Met Office, un informe realizado por el canal francés de meteorología Météo ha repasado estadísticamente el comportamiento de los estíos que siguen a primaveras frías y lluviosas como la que se está viviendo. Las conclusiones indican que, como los estíos suelen ser frescos en un 70% de los casos cuando la primavera también lo es, este año hay un 70% de probabilidad de que el verano resulte bastante frío para toda Europa occidental. Y es cierto que los más de dos meses que ya han pasado de primavera están dejando el continente plagado de récords de lluvia y de frío. En España, el mes de mayo ha sido el más frío desde 1985, lo que dejará una temperatura media del trimestre marzo, abril y mayo en torno a un grado centígrado por debajo de los valores normales, según las estimaciones de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet).
También en el resto de Europa se está viviendo una estación que apenas se puede diferenciar del invierno. En Francia, el mes de mayo se marcha dejando la temperatura media dos grados por debajo de lo normal. Pero mayo no es una nota discordante con lo que ha sido el trimestre. La localidad de Charleville-Mézières –en la región de las Ardenas– batió la temperatura mínima para el mes de marzo con un registro de 13,8ºC bajo cero. Además, según Met Office, las islas británicas están viviendo la primavera más fría de los últimos 50 años.
El problema es aclarar si, como dice el canal francés Météo, la primavera húmeda y gélida traerá consigo un verano frío… o nos dejará directamente sin periodo estival. «Los veranos frescos ocurren de vez en cuando. Y no hay que irse varios siglos atrás. En 1977, las lluvias y las bajas temperaturas del verano le fastidiaron las vacaciones a muchísima gente», recuerda el meteorólogo Ángel Rivera, ex portavoz de Aemet. «Pero, en principio, las previsiones del canal francés parecen un poco exageradas», dice Rivera.
La propia agencia española se ha desmarcado de las previsiones a la baja para el verano y prefiere guiarse por el Centro Europeo para la Predicción del Tiempo a Plazo Medio, considerado el más avanzado del mundo, que vaticina un verano normal o tan sólo un poquito más fresco que los valores medios. «Es entretenido hacer especulaciones, y se puede acertar por casualidad, pero el método utilizado por el canal francés no me parece fiable», afirma Alejandro Lomas, portavoz de Aemet. «Pero, aunque fuese cierto, afectaría en mayor medida al norte de Europa. Y en España se notaría muy poco, quizá algo en la cornisa cantábrica o en Galicia, pero no sería tan grave», aclara.
Sin embargo, el revuelo mediático que se ha organizado entorno al informe de Météo ha hecho temer lo peor a quienes viven del turismo. Fuentes del sector de los touroperadores y las cadenas hoteleras reconocen que de momento las reservas están bastante por debajo que otros años a estas alturas. No obstante, no se atreven a aventurar si se debe a la incertidumbre que ofrece el clima de cara al verano o a la propia crisis económica.
En todo caso, hay expertos para quienes el informe francés basado en estadísticas no es del todo un brindis al sol. «La primavera lluviosa hace que la humedad del suelo sea muy grande, por lo que una parte de la energía solar se emplea para evaporar el agua contenida antes de que los rayos de sol puedan calentar el suelo y aumentar la temperatura atmosférica», explica Ángel Rivera. Esto podría retrasar, en su opinión, la aparición de altas temperaturas durante el mes de junio, pero los meteorólogos no creen que su efecto pueda extenderse a julio o agosto.
Ante este escenario, conviene poner en perspectiva el modelo de previsión a largo plazo utilizado por los organismos meteorológicos. Los modelos estacionales son, de momento, experimentales y las variables que pueden intervenir son tantas y tan diversas que los meteorólogos son los primeros en admitir que queda mucho camino por recorrer para que estos cálculos a dos o tres meses vista sean fiables.
«Hemos tenido tanto éxito con las previsiones a tres y cuatro días, que se cree que es posible con estos modelos numéricos acertar a largo plazo y no es así», dice Lomas. Con el largo plazo, el rompecabezas se complica para los hombres del tiempo. La energía que acumulan los océanos, las corrientes marinas o la circulación general de la atmósfera son sólo algunas de las piezas del puzle que deben resolver. Pero todavía no son capaces de ver el dibujo completo.
En opinión del portavoz de Aemet, hay que poner en su contexto lo qué es frío hablando del periodo estival. «Los últimos seis años el verano se ha adelantado y comenzaba en mayo o principios de junio. Eso ha dado la percepción de que el calor tiene que empezar pronto. Pero lo de este año es casi más normal», dice Lomas. Pero, lejos de especulaciones, para el portavoz de Aemet, el verano será «seco y caluroso, como son todos los veranos».
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