jueves, 7 de febrero de 2013

Alonso y el F138



Fernando Alonso acariciaba con ternura el lomo de su nuevo monoplaza, casi susurrándole palabras bonitas al oído. La noche anterior, en una escena cargada de mística, colocó las pegatinas de los patrocinadores junto a la plana mayor de Ferrari. A su lado Pedro Martínez de la Rosa, recién subido al barco rojo, en el papel de piloto probador. El asturiano ha hecho de anfitrión, estos días, del nuevo fichaje. Pizza antes de ayer y comida ayer en el Montana, el restaurante de la familia ferrarista. Tradiciones y esperanzas, siempre unidas en un escudo con mucho peso, cargado de responsabilidad sobre todo cuando las victorias no llegan. La presión es máxima este año para los hombres de rojo, sin títulos que celebrar desde 2008 (constructores). Ya toca, pero en febrero nadie promete alegrías.

La experiencia le ha hecho a Alonso ser comedido al extremo. En Madonna di Campiglio, hace dos semanas, respondió con firmeza cuando le preguntaron si sentía un pálpito especial que le hiciera pensar que este año sí sería el del triunfo final: «Por ahora, no», despejó. Es el cuarto monoplaza al que quita el lazo y no quiere más desilusiones. Hasta que no lo pruebe y, sobre todo, lo vea competir cara a cara con sus rivales en el primer gran premio del año -Australia, 17 de marzo- no emitirá veredicto alguno sobre la salud del elegante coche que ayer se presentó. El F138 ha combinado en sus siglas el número del año en el que estamos junto a los ocho cilindros del motor, el último de tal especie, porque en 2014 se bajará a seis. Hubiera correspondido quizá bautizarlo como F2013 o F13, pero nadie -el primero Alonso, siempre supersticioso- quería circular bajo tan delicada cifra.

El español arranca su cuarta estación como ferrarista. Tras pelear en dos ocasiones por el título, a pesar de contar con una máquina inferior a la de su gran rival, Sebastian Vettel, sueña esta vez con disponer, al fin, de argumentos realmente competitivos. ¿Será este F138 su ansiado coche campeón? Hay fe y también mucha prudencia por ser una evolución del modelo del pasado curso, afinado al extremo aerodinámicamente, la gran merma de las últimas creaciones de la Scuderia. El reto es doble, porque mientras se desarrolla el nuevo monoplaza hay que pensar ya en 2014, cuando llega una sacudida al reglamento. La jerarquía de la F1 suele variar tras este tipo de giros, de ahí que los aspirantes (Ferrari, Mercedes, McLaren) trabajen para romper la hegemonía de Red Bull, que hasta entonces seguirá levantando la bandera de favorita.

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