Hasta 1954, el método utilizado por la policía para determinar si un hombre estaba ebrio al volante no pasaba de realizar un examen visual a cargo del agente y de obligar al conductor a practicar funambulismo a una pierna. Aquel año nació el alcoholímetro, un revolucionario dispositivo que permitía calcular el nivel de alcohol en sangre de manera más o menos fiable. Sin embargo, no sería hasta 1974 cuando el aparato se modernizaría para convertirse en el preciso instrumento electrónico que es hoy en día y que ha disminuido considerablemente el número de víctimas producto del alcohol en las carreteras de todo el mundo. Su inventor, Tom Parry Jones, falleció en su Gales natal.
Había nacido en Menai Bridge, un pequeño pueblo situado al norte del país. Desde joven, Jones se interesó por la ciencia y, cuando en 1974 se le ocurrió cómo mejorar el alcoholímetro creado por Robert F. Borkenstein, se percató de que lo difícil no era crear el producto, si no venderlo, tal y como relataría él mismo en 2003: «Descubrí que inventar el dispositivo era la parte fácil, pero producirlo, desarrollarlo y venderlo era el reto». Por eso, para promover el alcoholímetro, Jones se vio obligado a crear su propio laboratorio para poder fabricarlo y comercializarlo. Finalmente, el aparato vio la luz y el reconocimiento a su creador le valió ser nombrado caballero de la Orden del Imperio Británico.
El innovador dispositivo permite desde hace casi cuatro décadas transformar en corriente eléctrica la base química que una persona emite al espirar a través de un tubo, que a su vez está conectado a una máquina que calcula los grados de alcohol en la sangre. Esto es posible gracias al uso de células electroquímicas, gracias a las cuales Jones perfeccionó la detección de alcohol, convirtiendo la prueba a los conductores en casi infalible. De hecho, el aparato tuvo tanto éxito que en la actualidad es utilizado por los servicios policiales de prácticamente todo el globo.
Paralelamente a su faceta inventiva, Jones desarrolló una extensa carrera científica en la Universidad galesa de Bangor, donde se había licenciado en Química en 1958. Creador de un fondo con su nombre destinado a promover las carreras científicas y tecnológicas a los estudiantes noveles, era el organizador -junto a antiguos alumnos de la Universidad- del Festival de la Ciencia de Bangor. El certamen, que reúne anualmente a las mentes más prometedoras de la región, pretende fomentar el carácter emprendedor e investigador entre los jóvenes científicos.
Hace una década, Jones donó los derechos sobre el fondo a la Universidad, la cual quiso recordar a su antiguo alumno y profesor tras su muerte. «Hemos perdido a uno de los alumnos más distinguidos y apreciados», comentó el portavoz de la institución, quien añadió que «Jones gozaba de gran reputación en todo el mundo. El entusiasmo por el desarrollo de la economía futura de Gales -asegurándose de que los jóvenes gozaran de apoyo en el desarrollo de sus conocimientos científicos y habilidades empresariales- hacía de él un tesoro para la Universidad de Bangor».
Tom Parry Jones, inventor, nació en 1935 en Menai Bridge (Gales, Reino Unido) y murió el 14 de enero de 2013 en Anglesey (Gales, Reino Unido).
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