Este sí que se lo había bebido todo. Aunque el fallo hepático que lo mató con casi 50 años quizá no sea culpa del alcohol que trasegó sino de la picadura de una araña que le retiró de los escenarios con una fascitis necrotizante, una horrible enfermedad capaz de devorarte en horas y a la que sólo puede sobrevivir alguien como él, el señor de los bestias, fundador de Slayer (asesino), miembro de The Big Four junto a Metallica, Megadeth y Anthrax, los cuatro grandes del thrash metal que relegaron a ACDC a la categoría de folk australiano.
Jeff John Hanneman era el más primitivo de su generación. Y no sólo como guitarrista, que parecía tocar con una púa de granito. Su afición por el nazismo –y el satanismo– parecía algo más que el interés de un coleccionista de medallas de la II Guerra Mundial. Un buen ejemplo del campo de minas que tenía en su cabeza es Raining blood, una canción de ritmo demencial. El Chuck Norris del rock.
Musicalmente es uno de los padres del thrash, subgénero metalero, mezcla del punk y la nueva ola del heavy metal británico que triunfaba con Iron Maiden. Es decir, potencia y velocidad llevados al extremo. En su caso, desde 1981 acompañado de su amigo, el también guitarrista Kerry King, el bajista y cantante Tom Araya y el batería Dave Lombardo. A ellos se les considera autores del disco más heavy grabado hasta la fecha, Reign of Blood, perpetrado a finales de los años 80, cuando aún eran cabeza de cartel en los grandes festivales
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