El Que no nos representan volvió por unas horas renovado «a su casa», a la Puerta del Sol, cuna del movimiento indignado que el pasado domingo celebró su segundo aniversario. Una concentración que, bajo el lema De la indignación a la rebelión: escrace al sistema, consiguió llenar la madrileña plaza gracias a que confluyeron distintas plataformas sociales para gritar que «el movimiento está más vivo que nunca».
La marea verde que lucha contra los recortes en Educación, las batas blancas que se niegan a la «privatización» del sistema sanitario madrileño o las camisetas rojas de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) son solo algunos de los colores que marcharon desde los tres puntos de encuentro, próximos al destino final, marcados por la organización. A éstos se sumaron afectados por las preferentes o el movimiento de yayoflautas, sin miedo a que las demandas de cada uno de los colectivos se pudiesen desvirtuar con esta concentración tan heterogénea.
«Hoy es el día de salir a la calle, no hay objetivos distintos, sólo uno: unirnos», aseguró una de las manifestantes que comenzó la marcha a las 9.00 horas. Con cánticos de fondo como Nosotros a Sol, ellos a la sombra o Que los paraísos fiscales paguen la deuda y una batucada formada por un centenar de personas, esta madrileña reconoció «estar nerviosa por querer sentir la misma sensación que hace dos años» minutos antes de pisar la plaza madrileña.
«Yo estuve en el nacimiento del movimiento y estoy de nuevo aquí porque las cosas están peor que ayer y mejor que mañana», afirmó otra manifestante identificada con la PAH, quien también narró que se presentaba «con más ilusión, pero más cansada».
Una vez todos reunidos, un minuto de silenció invadió el kilómetro cero con un aplauso mudo. Tras este gesto simbólico, los manifestantes rompieron a gritar «dimisión, dimisión» e hicieron un llamamiento a los presentes para que acudiesen a las plazas de la capital para seguir con el programa del Mayo Global, con la misión de explicar a los ciudadanos los avances y logros del movimiento.
En contraste del carácter pacífico que reinó en Madrid, la convocatoria en Barcelona acabó ayer con la ocupación –inesperada, pero perfectamente organizada– de un edificio de viviendas situado en pleno centro de la capital catalana.
En Barcelona, tras la movilización de miles de personas –hasta 5.000 según cálculos de la Guàrdia Urbana– por el centro de la ciudad en una manifestación que recorrió el corazón de la ciudad condal, centenares de activistas abandonaron la parada final de la marcha para culminar la jornada reivindicativa con una acción «sorpresa», como se venía anunciando en la red social Twitter.
La sorpresa resultó ser la inauguración de un nuevo emblema indignado en forma de edificio de cuatro plantas y ocho viviendas situado en el 88 de la calle de Sant Per més Baix y que es propiedad del Ayuntamiento de Barcelona. En él, según informaron los activistas, se alojará a partir de ahora una familia con hijos recientemente desahuciada y se abrirá un centro social gestionado por miembros del movimiento okupa de Barcelona con la colaboración de los indignados.
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