Robert Downey Jr. ha alcanzado las más altas cuotas del resurgimiento. Hace tan solo una década era una cara conocida del cine sacudida por las drogas, un actor abandonado a su suerte por los estudios. Hoy, es capaz de llenar salas de cine a mansalva en Estados Unidos como lo hizo este fin de semana, convirtiendo Iron Man 3 en el segundo mejor estreno en la historia del país.
Solo Los Vengadores ha registrado mejores números que la tercera entrega del Hombre de Hierro, ambas cintas pertenecientes al universo Marvel. En total, Disney ha ingresado ya 175 millones de dólares en los primeros tres días de exposición de la cinta en EEUU, a lo que hay que sumar otros 175 millones del resto de los mercados internacionales del fin de semana, una cifra de que momento se ha detenido en los 680 millones de dólares.
Mucho han contribuido dos factores para hacer posible el poco habitual éxito de una tercera parte de una saga. Según los analistas en la meca del cine, el más evidente es el hecho de haberse estrenado en tres dimensiones, la única de las tres cintas protagonizadas por Downey Jr. que ha contado con esa ventaja; y el segundo es el haber sido percibido como una especie de continuación de Los Vengadores.
No se espera, sin embargo, que los otros personajes de ese nutrido mundo de superhéroes llegue a tener semejante calado. Tanto el Capitán América como Thor tendrán difícil poder emular a la nueva gran estrella del Universo Marvel.
De todo ese lucrativo pastel, Downey Jr. se ha llevado lo suyo. Hace unos días confirmó que el éxito de Los Vengadores le supuso unos ingresos de 50 millones de dólares en concepto de salario y bonificaciones, «una locura», en sus propias palabras, que está a punto de emular con su más reciente logro. Y que siga la fiesta de los superhéroes.
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