miércoles, 12 de septiembre de 2012

Astronautas en una cueva italiana



Oscuridad total, humedad del 100%, 14ºC de temperatura y bellos lagos de agua cristalina. Los pasadizos de una cueva sarda constituyen durante seis días el inhóspito hogar de los astronautas que forman parte de la expedición CAVES 2012 (el término, que significa cuevas en inglés, es el acrónimo de Aventura Cooperativa para Valorar y Ejercitar el Comportamiento y las Habilidades). 

Mañana jueves concluirán su periodo de aislamiento, durante el cual están simulando algunas de las situaciones, tanto ambientales como psicológicas, que se darían en una misión real en el espacio. Los seis miembros de la tripulación, todos ellos varones, recogen muestras, realizan experimentos científicos, prueban el funcionamiento de equipos tecnológicos y trabajan de forma conjunta para resolver problemas con los escasos recursos de los que disponen bajo tierra. Según ha explicado la Agencia Espacial Europea (ESA), los astronautas siguen los mismos protocolos de seguridad que se usan durante los paseos espaciales y están probando un nuevo sistema de comunicaciones. 

El objetivo es preparar futuras misiones de exploración en asteroides, la Luna o Marte. La tripulación seleccionada por la ESA está compuesta a partes iguales por veteranos profesionales y por astronautas que todavía no se han subido a una nave espacial. Es el caso del danés Andreas Mogensen, que se unió a la ESA en 2009, de David Saint-Jacques, de la Agencia Espacial Canadiense y de Nikolai Tikhonov, de la rusa Roscosmos. Todos ellos esperan que se les asigne una misión para volar a la Estación Espacial Internacional (ISS), un lugar que conocen muy bien los otros tres participantes. 

Michael Fincke, de la NASA, es uno de los hombres que más tiempo ha vivido en el espacio. Nada menos que 382 días, durante los cuales pasó 48 horas realizando actividades fuera de la plataforma orbital. Andrew Feustel, también de la agencia estadounidense, ha viajado dos veces al espacio, una de ellas con Fincke como compañero. También cuenta con una gran experiencia el japonés Soichi Noguchi. Sus 177 días en el espacio lo convierten en uno de los astronautas nipones más veteranos. 
Antes de iniciar la fase de aislamiento, el pasado viernes, los astronautas, que no tenían conocimientos previos de espeleología, realizaron durante una semana un programa intensivo de entrenamiento para preparar la expedición. Les acompañan en el interior de la gruta otros seis profesionales de la ESA que les asisten y velan por su seguridad. 


El sistema de cuevas en el que se está llevando a cabo esta misión fue descubierto en la década de los años 50 y está situado en el Valle de Lanaitho, en el interior de la isla de Cerdeña, un emplazamiento ideal para este tipo de expediciones. Por un lado, su cercanía con núcleos habitados facilita la preparación de la misión y el traslado de los colaboradores. Por otro, la gruta se encuentra en una zona lo suficientemente aislada como para garantizar la tranquilidad de los participantes. 

Esta expedición está centrada en estudiar el comportamiento humano en situaciones de aislamiento y estrés, en las que es muy importante trabajar en equipo y ser capaces de resolver conflictos. Las condiciones ambientales de la cueva también obligan a que los organismos de los astronautas tengan que adaptarse a un entorno parecido al del espacio. En las grutas no hay ingravidez pero sí oscuridad total, que les obliga a utilizar iluminación artificial durante toda su estancia. La falta de luz natural afecta al ciclo de día y noche y provoca alteraciones en el sueño. A ello se suma el reducido espacio en el que conviven, la higiene limitada (sólo cuentan con mudas para cambiarse en días alternos), la comida envasada que consumen y el retraso de las comunicaciones que mantienen con el exterior. El campamento base, en el que comen y duermen, tiene una extensión de sólo 10 metros. El agua de la cueva es potable, aunque deben filtrarla. 


Además de preparar futuras misiones que ni siquiera tienen fecha prevista, las lecciones aprendidas en este tipo de expediciones han tenido ya algunas aplicaciones en la Tierra. Por ejemplo, los psicólogos de las agencias espaciales que participan en estos programas de aislamiento asesoraron a las autoridades chilenas en 2010 sobre cómo podían mantener el ánimo de los 33 mineros que quedaron atrapados a 700 metros bajo tierra durante casi 70 días. 

En aquella ocasión, la instructora y organizadora de la expedición CAVES, Loredana Bessone, explicaba a este diario que el objetivo de este programa científico, nacido en 2006, es «fomentar la capacidad de los astronautas de trabajar en grupo, resolver problemas y reaccionar ante una situación desconocida». Estar lúcido, tener un buen sentido de la orientación y ser capaz de aceptar la ayuda de los compañeros son, según Bessone, aspectos claves para sobrellevar con éxito esta aventura bajo tierra.

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