martes, 25 de septiembre de 2012

Nuevo disco de Alejandro Sanz ``La música no se toca´´



«Mi función en la sociedad es ser músico. Yo soy el que canta», dice ufano, con su mirada pícara y ese acento panhispánico que le lleva a decir «celular» en vez de móvil. España se derrumba y Alejandro Sanz tiene nuevo disco. ¿Y de qué canta? Pues de amor, y de amor a la música, y de amor. «Pero no son canciones para huír de la realidad», matiza. «La música es una parte de la cultura de nuestro país, una parte importante. La cultura nos sirve para muchas cosas, para reflexionar, para evadirnos, para buscar vías alternativas a la realidad... Para eso quiero que sirva. La música no es un entretenimiento, no quiero que lo sea, eso lo piensa el Ministro de Hacienda». Ahí va una collejita, para que nadie se relaje. 
«La música es cultura», insiste. «España ha tenido y tiene unos artistas que merecen mucho la pena, y hay que cuidarlos un poco». ¿Quiere decir que no se están cuidando? Venga otra collejita. «Pues en algunas cosas sí creo que se han descuidado», dice. 

«En España», continúa, «no se apoya la cultura tanto como se debería. Sé que son tiempos difíciles, pero es un activo de la sociedad. No creo que el deporte haya conseguido por sí solo hacer la Marca España, la cultura también ha tenido que ver». 

Conque llegamos a la inevitable conclusión, por si a alguien le despistara esto de que sea un rockero de Moratalaz regenerado en cantor romántico con mansión en Miami. «Yo me siento muy orgulloso de ser español, mucho. Vivo en Miami, pero soy residente en España y pago mis impuestos aquí». 
«Larga vida a la música», entona de un modo casi naïf en La música no se toca, uno de esos títulos (como la propia canción) que no admite matices. El disco es en general su homenaje al oficio y a sus materias primas. «Lo que intento es llamar la atención sobre cómo se disfruta la música en sí. Se consume de una forma muy rápida, las canciones son casi como de usar y tirar, y la gente además ha optado por la cantidad y no por la calidad. En el estudio trabajas muchísimo un sonido para que luego alguien lo termine escuchando en unos altavoces ridículos de teléfono. Eso me provoca casi rebeldía: 'Hostia, tío, no renuncies a esto'». 
Alejandro Sanz, ¿nostálgico? «Hay cierta nostalgia, pero también la intención de ver cómo se amolda todo esto. Yo formo parte de este cambio, quiera o no». 


Todo comenzó con el ritual de siempre. A las 11 de la mañana en el centro de Madrid, una rueda de prensa reunía ayer a más de 400 profesionales acreditados, mujeres mayormente. Y esas preguntas que comienzan: «Alejandro, es un auténtico placerrrr...». Y esos 50 fans (sanzers, de Sanz...), 48 mujeres y dos hombres pidiendo en la puerta la carpeta promocional con el disco y suspirando por un encuentro que se produjo: 50 besos con abrazo y algún manantial de lágrimas... Y ese servicio de seguridad que musita, «las mismas de siempre». Y un nuevo disco, que es el ritual de siempre: los melismas románticos, los quejíos suavecitos y los versos en forma de arabesco, las baladas suntuosas para piano y orquesta, los himnos de pop épico y los medios tiempos afelpados. Alejandro Sanz, todo Alejandro Sanz y nada más que... 
«El disco no mira ni al pasado ni al futuro, sino al presente. No pretende ser un álbum de fotos», sentencia, aunque lo cierto es que suena al Alejandro Sanz de siempre, y él mismo reconoce que la única novedad que aporta este noveno disco de estudio está en las letras. «He querido ser más críptico y menos contador de historias, menos costumbrista». 

Como Tom Waits, el madrileño es de los que piensan que la virtud más sobrevalorada es la honestidad. Así que ni canta sobre la crisis, ni sobre rescates, ni sobre la subida del IVA, ni sobre... «A los artistas nos piden opinión de todo, y obviamente tenemos, pero no podemos abusar de ella. Nuestra trinchera es la música y ahí es donde nos podemos expresar bien», comenta. «Ahora hay muchas opiniones, eso está bien, aunque hasta cierto punto me parece un poco inútil. Al final hay mucho ruido». 


Afable y discretamente cuarentón, el que fuera Yerno Perfecto de España atraviesa una difícil etapa en el largo camino de la estrella de pop: ser demasiado joven para reclinarse como un dandi veterano y demasiado mayor para estar en las carpetas de instituto. De momento, el éxito le sigue los pasos disciplinadamente, como demuestran los casi 25 millones de ejemplares vendidos de sus discos, entre otras proezas. Es algo que le ha permitido, explica, gozar de una independencia privilegiada. «Sé que hay muchos artistas de multinacionales a los que les dicen lo que hacer, pero yo nunca he padecido ese problema. El éxito te da la legitimidad para elegir lo que quieres. Eso ha condicionado mi carrera en el sentido de que nunca he tenido a nadie detrás diciéndome: 'Ahora tienes que hacer dance, ahora te conviene hacer grunge o ahora ser reggaetonero'». Y sentencia: «Yo soy lo que soy y siempre he hecho lo que he querido en la música, eso es lo mejor que me ha pasado». 

De igual modo que Warner durante 20 años y ahora Universal (su nueva casa, que publica La música no se toca) no han condicionado su carrera, dice Alejandro Sanz que tampoco la opinión de sus seguidores le influye artísticamente. «Como yo no puedo saber qué va a sentir la gente, lo que siempre pretendo es ser fiel a mi emoción», explica. «A mí me han llegado a pedir: 'Dame una canción de estas para vender'. Mi primera reacción es ofenderme muchísimo, pero además es que ese tipo de cosas nunca funcionan. La gente no es tonta. No hay una fórmula para vender discos, así que pienso que, cuando una canción me emociona puede emocionar a mucha gente». 




Pero como el hombre es listo y jamás ha pensado abandonar la música (ni imagina que la música lo abandone), es de los que advierte: «Me queda aún mucho por hacer. Todavía me queda por componer mi mejor canción y grabar mi mejor disco». 
El cerebro que planifica estos sonidos es de los que compone y graba todo a la vez, a empujones de inspiración. «Cuando se me ocurre algo lo grabo inmediatamente, y al mismo tiempo ya voy empezando a armar la canción». A eso ayuda tener en casa en un estudio: un santuario. «Procuro entrar en él con sigilo, no armar jaleo, porque para mí componer es como salir de caza, intento que no se note demasiado que estoy ahí, no se vayan a escapar las musas por la ventana», dice riendo. 

También ha ayudado en el proceso tener al lado al productor colombiano Julio Reyes. «Tiene todas las cualidades que buscaba: puede programar muy bien, pero también sabe dirigir una orquesta», dice Sanz. Y lo más importante: «Es de los que tarda media hora en mandarte a la mierda», concluye sonriente sobre su muy paciente ayudante en el álbum. Un álbum que es Alejandro Sanz, todo Alejandro Sanz y... 

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