jueves, 13 de septiembre de 2012

Que no te quiten el sueño



«Las vueltas en la cama se hacen rutinarias. Es como si mi cerebro no pudiese desconectar: la incertidumbre laboral, el dinero e, incluso, la pareja terminan haciéndome las noches cada vez más largas». ¿Se reconoce en esta situación? Si sus noches dan paso a una larga pesadilla donde Morfeo siempre se olvida de visitarle, posiblemente sufra de insomnio. No es el único. Usted engrosa ese 70% de la población activa que sufre algún tipo de estrés y entra en un círculo vicioso que lleva a que el 30% de los adultos padezcan algún tipo de insomnio, provocado mayoritariamente por causas laborales. 

La buena noticia es que su problema puede tener solución. El médico, pediatra, neurofisiólogo (y también polémico) Eduard Estivill, catapultado a la fama por su libro Duérmete niño, deja el mundo de las cunas y camas infantiles para adentrarse en los dormitorios de los adultos y enseñarnos que también nosotros podemos aprender a dormir con su nueva obra, Que no te quiten el sueño. 

Este doctor sueño se ha especializado en explicar a los padres cómo deben enseñar a sus hijos a dormir, cosechando detractores y admiradores a partes iguales con Duérmete niño. En este controvertido libro defiende que los niños no duerman con los padres y éstos les visiten cada cierto tiempo, aunque el hijo se ponga a llorar, como forma de enseñarles a dormir solos. Sin embargo, Estivill explica que lleva tiempo queriendo hacer una guía para adultos. «Porque a dormir se aprende y, sobre todo en la coyuntura que estamos viviendo ahora, es más importante que nunca. Es un hecho que cada vez hay más insomnes y en su forma esporádica ya afecta a más de la mitad de los españoles», asegura en la presentación de su nuevo libro. 

«A los niños es más fácil explicarles cómo deben dormir, siempre estarán los padres pendientes de ellos, pero, ¿qué pasa con los adultos? Con ellos es más difícil porque no tenemos un maestro, y muchas veces acabamos con este problema tomando una pastilla en vez de reconocer nuestra culpa por no saber dormir. Esto necesita de mucha autodisciplina», señala. Y aunque explica que existen más de 40 causas que provocan insomnio, hay dos factores cruciales que nos quitan el sueño: el estrés laboral y la incertidumbre ante nuestro futuro. «Vivimos en una sociedad dominada por la información constante, sometidos al estrés y la tensión diaria que se agravan con la actual crisis. Todo esto hace que al llegar a casa no sepamos desconectar. El sueño se tiene que preparar. Dormir no es cosa de apagar las luces y echarnos en la cama, si la situación es muy estresante». 

España es, para Estivill, un país «donde se duerme demasiado poco». «Estudios demuestran que dormimos 45 minutos menos que el resto de los europeos. Esto se produce por varias causas, pero es importante señalar que solemos salir de trabajar más tarde que nuestros vecinos, por lo que solemos acortar las horas de sueño, ya que entramos a la misma hora que ellos». 

El doctor Estivill explica que la sobrecarga de trabajo, la precariedad, los problemas con los compañeros o el no saber decir no, pueden ser motivos para que una persona no pueda conciliar el sueño por la noche. 
Pero no sólo el trabajo es el culpable de nuestras malas noches. «Se están sucediendo problemas que son tan complicados que es normal que nos quiten el sueño, pero en la mayoría de las ocasiones es problema nuestro que no lleguemos a descansar, con lo que no rendimos al día siguiente. Lo primero porque muchas veces, de forma consciente, nos quitamos horas de sueño para hacer otras cosas. No entendemos que el sueño es ese taller reparador físico y mental que nos ayuda a funcionar mejor al día siguiente», indica este especialista. 

Así, Estivill llama a practicar el sentido común y prepararnos para descansar. «Un adolescente normal necesita dormir unas nueve horas, cuando somos adultos pasamos a las siete u ocho horas. Pero el acto de quedarse dormido y llegar a la fase de sueño profundo o REM no se hace de golpe. Está demostrado que el cerebro necesita un mínimo de dos horas para desconectar». 
¿Y a qué se refiere con ese desconectar? «Es imprescindible que durante estas horas las personas sigan un ritual en el que hagan una desconexión paulatina». 

Para ello recomienda alejarnos de todo aquello que esté relacionado con nuestro trabajo, no llevarnos tareas a casa, abandonar durante estas horas las redes sociales y móviles que nos sobrecargan de información y realizar alguna tarea que no tenga que ver con nuestra labor habitual. «Hay encuestas que hablan de los oficios con más estrés, y uno de ellos es el de periodista. En estos casos es mejor que no lean a última hora y se dediquen a otra cosa», comenta. 

Respecto al trabajo, Estivill también pone el acento en aquellas profesiones que obligan a tener cambios de turnos constantes y trabajar por la noche. «Está demostrado que los horarios de noche acortan la esperanza de vida». Para las personas con estos horarios, recomienda que las familias respeten lo máximo posible los horarios de sueño por la mañana y, en caso de que lo necesiten, estos trabajadores utilicen antifaces o tapones para los oídos. Además, pueden consumir suplementos de melatonina antes de acostarse. 
Pero tampoco son beneficiosos los turnos durante el día. «Nuestra biología marca que se trabaje con las horas del luz y se disminuya la intensidad a lo largo del día. Miremos los ejemplos de las mujeres. Con horarios de tarde, si terminan a las nueve, van a casa, hacen los trabajos del hogar, están con la familia y se tienen que preparar estas dos horas, ya estamos retrasando una barbaridad las horas de sueño». 

Por último, aconseja a aquellas personas con un futuro laboral inestable o sin trabajo: «En estas condiciones es difícil poder dormir bien, pero cargarse de preocupaciones, no darse un respiro, hace que podamos caer en varias enfermedades. Las más comunes son las neurológicas y en especial la depresión». 
«Dormir mal se asocia a enfermedades cardiovasculares o de obesidad. Hay que disfrutar durmiendo y seguir unas pautas para ayudar a nuestro cuerpo y mejorar nuestra vida», concluye.

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