En Cataluña, el Gobierno ha hecho caso omiso a las sentencias del Supremo y sigue manteniendo el modelo de inmersión lingüística en las aulas con el catalán como lengua vehicular. Por lo tanto toda la enseñanza se imparte en esta lengua menos el castellano, el inglés, el francés y otros idiomas extranjeros.
La hoja de ruta de la Generalitat es la Ley de Educación de Cataluña, que consiguió eludir la aplicación de tener tres horas de castellano, reforzando el modelo de inmersión lingüística. Por su parte, el Ministerio de Educación les ha advertido de que solo dos horas de castellano a la semana «son insuficientes».
Pero el gran conflicto ha llegado por las denuncias interpuestas por varias familias que reclaman una enseñanza bilingüe para sus hijos.
El primer estacazo llegó cuando el TC estableció que «el catalán debe ser lengua vehicular y de aprendizaje en la enseñanza, pero no la única que goce de tal condición, predicable con igual título del castellano en tanto que lengua oficial de Cataluña».
La polémica definitiva llegó cuando el TS resolvió tres recursos de padres en los que sus hijos estudiaban en centros públicos y querían recibir educación en castellano: en Cataluña se produce una «exclusión de hecho» del castellano como lengua vehicular, lo que «pervierte el modelo lingüístico establecido en la Constitución de conjunción lingüística o de bilingüismo integral». Un año después, el TS insistió en que se cumpliera, tras la negativa de la Generalitat y en septiembre del año pasado, el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña les dio dos meses de plazo para que cumplieran con dicha sentencia.
Aunque, el Govern se ciñe a la LEC e insiste en que la norma ya considera la «atención lingüística personalizada» en castellano a todos aquellos alumnos que lo soliciten.
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