lunes, 17 de septiembre de 2012

La OTAN bombardea Laghman y mueren ocho mujeres



Cuando ya parecía que Afganistán había superado sin incidentes la crisis por el vídeo de Mahoma que ha generado una ola de violencia en medio mundo islámico, todo se fue al traste ayer con un bombardeo de la OTAN en la provincia de Laghman, en el este del país, en el que al menos ocho mujeres murieron y otras siete resultaron heridas. Inicialmente, fuentes de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad en Afganistán (ISAF) negaron el incidente y aseguraron que todas las bajas eran insurgentes. Pero después tuvieron que rendirse ante las evidencias. Los familiares de las víctimas cargaron con los cuerpos de las mujeres sin vida hasta la oficina del gobernador de la provincia gritando «¡muerte a América!», según explicó un portavoz gubernamental, Sarhadi Zewak. 

Por otra parte, cuatro soldados estadounidenses murieron ayer en la provincia de Zabul, en el sur de Afganistán, en nuevo ataque protagonizado por supuestos policías locales afganos. El sábado dos militares británicos también perdieron la vida de la misma manera, y desde principio de año los militares extranjeros fallecidos en ataques de talibán infiltrados ya suman cincuenta y uno. Se están convirtiendo en la principal lacra de las tropas internacionales en el país asiático. 

Los insurgentes que atacaron el viernes por la noche la base militar de Camp Bastion, donde el príncipe Harry está destinado en la provincia de Helmand, también consiguieron acceder dentro del perímetro de la instalación militar haciéndose pasar por lo que no eran. La ISAF desveló ayer que iban vestidos con uniformes estadounidenses, algo totalmente novedoso. Hasta ahora los talibán se habían hecho pasar por soldados o policías afganos, pero nunca por soldados norteamericanos. 

«Lamentablemente tenemos constancia de posibles bajas civiles, entre cinco y ocho, como consecuencia de un bombardeo de la ISAF», reconoció finalmente el portavoz de las tropas internacionales, el comandante Adam Wojack, después de que inicialmente la OTAN se cerrara en banda y asegurara que su ofensiva en la provincia de Laghman sólo había causado la muerte de 45 insurgentes. Pero no fue así. 
El ataque tuvo lugar en un área boscosa en el distrito de Alingar, una zona fuera del control del Gobierno afgano y donde a menudo la insurgencia busca refugio. Sin embargo, ayer no eran talibán los que se movían por el bosque, sino un grupo de mujeres y niñas que se adentraron en la zona a primerísima hora de la mañana para buscar leña, una práctica muy habitual en las zonas rurales donde la población no dispone de combustible ni electricidad, y utiliza la leña para cocinar o calentarse. 

Oficiales locales de la provincia de Laghman aseguraron que ocho mujeres murieron en el bombardeo. Un miembro del consejo provincial, Gulzar Sangarwal, afirmó que fueron nueve. Además otras siete mujeres y niñas también resultaron heridas. El director de Salud provincial, Latif Qayumi, explicó que en el hospital atendieron a menores de tan sólo 10 años. 

A última hora de la tarde la ISAF reconoció oficialmente, a través de un comunicado, la existencia de bajas civiles. «La misión se llevó a cabo con la única intención de contrarrestar la insurgencia. La ISAF asume plena responsabilidad en la tragedia», reconocía el texto. 
El bombardeo cayó como un jarro de agua fría porque no es el primero. Se suma a otros ataques de la OTAN en que por error las víctimas son civiles. Además la zona atacada es un área que no ha visto ningún desarrollo desde que Hamid Karzai asumió la Presidencia del Gobierno afgano. Y porque la frustración de la población afgana y su animadversión hacia las tropas internacionales es cada vez mayor y cualquier chispa puede generar un incendio. 

Ayer decenas de personas se manifestaron en diferentes puntos de Kabul para mostrar su rechazo a Estados Unidos por el vídeo de Mahoma. Cuando en el resto de países la crisis por las polémicas imágenes se empieza a apagar, en Afganistán parece que se enciende. La mayor concentración la protagonizaron estudiantes de la Universidad de Kabul que fueron en manifestación hasta las puertas del Parlamento, gritando «¡muerte a América!». 

«Vosotros, los extranjeros, quemáis el Corán y ¿ahora venís a hacer fotografías?», recriminó a esta periodista un policía afgano que custodiaba la protesta. El sentimiento antiextranjero cada vez es más generalizado. Las manifestaciones se disolvieron de forma pacífica.

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