Vanesa Valverde y Ángel Sánchez están los dos en paro. Viven de los 426 euros del subsidio que recibe él. De ese dinero, 240 euros se les van en el alquiler. Les quedan, por tanto, 186 euros para todo el mes. Casi lo que destinan a pagar la luz, el agua y el teléfono. Casi lo que les han costado los libros de texto de su hijo Aarón, de cinco años. Esta pareja de Fuensalida (Toledo) ya no tiene la ayuda de libros ni la beca comedor y aguanta gracias a que los abuelos les hacen la compra y les preparan tuppers. «Antes vivíamos en una casa con cuatro habitaciones, ahora no podemos ni darle un hermano a Aarón», cuenta Vanesa.
Como ellos hay muchos. El Instituto Nacional de Estadística (INE) los refleja en una encuesta cuyos datos recogen un reguero de infortunio: el 12% de las familias residentes en España llega a fin de mes con mucha dificultad; casi la mitad no puede irse de vacaciones fuera de casa al menos una semana al año; cuatro de cada 10 no tiene capacidad para afrontar gastos imprevistos; el 7% presenta retrasos en los pagos de la hipoteca, el alquiler, el gas, la electricidad o la comunidad...
Según la última edición de la Encuesta de Condiciones de Vida, que fue publicada ayer, el 21,1% de la población residente en España se encuentra por debajo del umbral de la pobreza, una especie de barrera del bienestar que en 2012 está fijada en 7.355 euros anuales para los hogares de una persona y en 15.445 euros para los conformados por dos adultos y dos niños.
Albert Sales, profesor de Sociología de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, resalta dos aspectos relevantes en esta penuria. Por un lado, la «gran vulnerabilidad» de los inmigrantes: según el INE, el 43% de los extranjeros no comunitarios vive en riesgo de pobreza; es decir, casi la mitad de ellos tiene que apañarse con menos de 7.355 euros al año.
Por otro lado, la «gran ayuda» que están siendo los abuelos en las familias empobrecidas. Los mayores de 65 años son, de hecho, los que registran menores tasas de riesgo de pobreza. «En contexto de crisis, la posición relativa de las personas mayores mejora porque suelen tener rentas estables», explica José María Méndez, jefe de área del INE y responsable de la encuesta. Por contra, las familias donde hay menores de edad son las que peor lo están pasando.
Como la de Vanesa y Ángel, que tienen un hijo que ha sido operado en siete ocasiones de las dos piernas y que lleva unos aparatos ortopédicos que valen más de lo que tienen para vivir durante dos meses.
El INE también constata una realidad que ya han apuntado otros estudios: a mayor nivel educativo, menor pobreza. Así, el 29% de los que tienen estudios básicos se encuentra en esta situación, frente a sólo el 10% de los que fueron a la universidad. Tanto Vanesa como Ángel dejaron pronto de estudiar.
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