jueves, 10 de enero de 2013

Enésimo recorte en Grecia para los jubilados



Elefthería Sirigou vive en un buen piso del barrio obrero de Peristeri, en Atenas, pero en su monedero apenas hay un céntimo. A sus 63 años está comenzando a cobrar una exigua pensión de 350 euros, la más baja de Grecia. La misma que ha sido recortada un 35% desde que comenzó la crisis y condenada a la aplicación de impuestos extraordinarios. 

Todo era distinto antes de enviudar hace unos meses: la pensión de su marido arreglaba las cuentas familiares. Ahora no: «Si me ves gorda, no es porque coma muy bien, sino porque me alimento de pasta y pan», lamenta. Ella es una de los miles de pensionistas helenos ex integrantes de la pujante clase media del país abocados ahora a vivir bajo el umbral de la pobreza y acudir a la caridad para subsistir. 

«Nos han quitado lo que era nuestro», se queja. Desde la explosión de la crisis griega en 2009, los jubilados helenos han sido los más damnificados. En contraste con los sucedido en España, el Gobierno griego no ha congelado las pensiones ni desvinculado la subida de las pagas a la del IPC: en Grecia las pagas han bajado, y mucho. Algunas más de un 60% de su valor anterior. Año nuevo, pensión nueva en Grecia: este enero han bajado entre el 5% y el 20% de su valor total, el enésimo tijeretazo por exigencia de los acreedores del país. 
Como suele suceder, pagaron justos por pecadores: cuando los inspectores de la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) llegaron a Grecia en 2010, se espantaron al descubrir que el país no llevaba un registro exacto de sus pensionistas. El primer censo publicado varios meses después reveló que unos 32.000 eran falsos. Sin embargo, muchas de las reformas se hicieron de manera horizontal: algunos jubilados han quedado con unas pequeñas pagas de unos 350 o 400 euros al mes, insuficientes para llevar una vida digna. 

No sólo se han recortado las pensiones, también se ha añadido a la carga de los jubilados los impuestos extraordinarios y solidarios introducidos durante la crisis. Quienes cobran menos de 5.000 euros al año no pagan impuestos por ingresos, pero sí esos tributos especiales. El resultado es devastador. «Un día fui a cobrar la pensión y me dijeron en la ventanilla que no había nada para mí. Me habían cobrado por impuestos más de lo que vale mi pensión» lamenta Elefthería, que se ha declarado en rebeldía. «Es injusto. No voy a pagar un euro más en impuestos. Van a tener que llevarme a la cárcel», critica. Esteli Karamali, vecina de Elefthería, también cesó sus pagos: «No tiene sentido, te piden más y más y te dan mucho menos». 

Un problema añadido, y no menos importante, es la introducción del copago en la sanidad pública helena: los griegos pagan ahora un 25% de sus medicinas. Si no están asegurados pagan el medicamento completo, además de cinco euros por consulta y un euro por examen. Algunos jubilados con buenos seguros escapan a esos pagos, pero no es el caso de varios miles: «El sistema de salud ya no nos provee de nada, hay que pagar por todo. Nos sentimos furiosos y atracados», lamenta Esteli. 

«Tengo una muela picada muy dolorosa y no me la puedo sacar porque no tengo los 30 euros que cuesta ir al dentista. Este mes he gastado 80 euros en medicinas», dice Elefthería enseñando su dentadura. Para hacerse un examen tiene que pedir dinero prestado… o acudir a la caridad. Miles de jubilados helenos ya lo hacen. Médicos del Mundo les atiende en varios centros del país. Han creado un plan de contingencia para ancianos con asistencia y medicinas gratuitas. 

«La salud pública ya la hemos pagado con nuestros impuestos durante decenas de años. No ha sido gratis y no nos la pueden quitar», exhorta María Sotiporolou, de 63 años. Ella también vive en un piso de clase media en Peristeri y pasa similares dificultades económicas: «Aquí vivía gente de clase media. No tenían lujos pero podían mantener a su familia, tener un coche y salir de vacaciones. Ahora muchos tienen dificultades para comer», señala Ioanna, la hija de María, una psicóloga. Sus clientes ya no le pueden pagar. 
«La situación de miles de jubilados es dramática», lamenta Stathis Anestis, vicesecretario general del sindicato GSEE. Instituciones como la suya han detectado el crecimiento del número de ancianos buscando comida en los basureros e incluso acudiendo a refugios para sin techo. 

Tradicionalmente eran los hijos quienes ayudaban a los mayores, pero en la Grecia del 25% de desempleo los roles se han invertido: Panayotis Karamatis, de 65 años, cobra una pensión de 500 euros. Con ella se alimentan él, su mujer, sus dos hijos, la mujer de uno de ellos y un nieto. Todos viven en su casa. 
Muchos culpan a banqueros y políticos de su situación: «Ellos mienten y nos amenazan. Las leyes que les protegen deben ser abolidas», reclama Esteli. No les falta razón. Los fondos de pensiones helenos sufrieron pérdidas por 10.000 millones de euros tras la quita de deuda del pasado marzo. El resultado ha sido pobreza y depresión. Te da la sensación de que has perdido la dignidad», lamenta Esteli. 

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