Renault está dispuesta a reformar el método de trabajo en sus fábricas galas por las buenas o por las malas. Por las buenas, hace semanas que negocia con los sindicatos un plan que permita reducir los salarios y prolongar las jornadas laborales para ganar competitividad.
Por las malas, los sindicatos aseguraron ayer que la empresa les ha amenazado con cerrará dos factorías -serían las de Flins y Douai- si no se alcanza un acuerdo. Algo que ha sido desmentido oficialmente por el constructor.
Renault tampoco lo ha dicho, pero los trabajadores sólo deben mirar a España para ver dónde acaba cada camino. Si en los 1.300 empleos ganados por Renault en Palencia, Valladolid y Sevilla; o en los 1.100 que dejará de crear Nissan -la otra parte de la Alianza- en Barcelona.
En el séptimo encuentro que ambas partes mantienen desde finales de 2012, Renault propuso a sus trabajores franceses congelar los salarios en 2013, un aumento del 0,5% para 2014 y del 0,75% para 2015. Asimismo, ha elevado hasta 8.260 los empleos a eliminar mediante jubilaciones o bajas que no cubrirá pero, si se completa esa cifra, realizaría hasta 760 contrataciones. Tiempo atrás, ya puso encima de la mesa una armonización de las jornadas de trabajo en las plantas, hasta 1.603 horas por año.
A cambio, además de incrementar los incentivos que recibirán los trabajadores cuando la empresa obtenga beneficios, Renault asegura que las fábricas «serán lo suficientemente competitivas para atraer volúmenes de nuestros colaboradores, hasta los 80.000 vehículos suplementarios por año».
Es decir, los 80.000 coches del modelo compacto que Nissan dejará de fabricar en Barcelona por la imposibilidad de llegar a un acuerdo con los sindicatos.
La implementación de estas iniciativas asegurará el mantenimiento de todas las plantas de la empresa durante la vigencia del acuerdo, así como del plan de jubilaciones y la consolidación de las actividades corporativas de Renault en el país.
A pesar de las buenas palabras, el Gobierno francés, que tiene un 15% en el capital del fabricante, no se fía y se mantiene alerta. Incluso el ministro de Producción, Arnaud Montebourg, advirtió ayer al grupo que las discusiones que mantiene con los sindicatos «no deben parecer un chantaje... Deben respetar el diálogo social y el método de las negociaciones», dijo a través de sus colaboradores a la agencia AFP.
Para Renault, la negociación es vital para adaptarse a la crisis y a la caída de las ventas en Europa, mientras que la compañía acelera su expansión internacional. El año pasado sus ventas fuera del Viejo Continente fueron, por primera vez, más de la mitad y, en esa línea, el constructor estaría a punto de saldar una deuda pendiente: tener producción propia en China.
Según el diario económico chino Diyi Caijing Ribao, firmará en marzo un acuerdo para la creación de una empresa conjunta con Donfeng Motors, que ya tiene acuerdos de este estilo con PSA Peugeot-Citroën Nissan.
La sociedad arrancaría su actividad con la construcción, desde el mes de mayo, de una factoría con capacidad para unos 150.000 vehículos anuales que serían todocaminos y monovolúmenes.
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