jueves, 17 de enero de 2013

La comida rápida incrementa el riesgo de desarrollar problemas alérgicos



La lista de riesgos asociados al consumo habitual de comida rápida no parece tener fin. A la ya larga relación de problemas - liderada por la obesidad y las enfermedades cardiovasculares- podrían sumarse pronto nuevos trastornos, como el asma, la rinitis y los eccemas, tal y como señala una investigación internacional con participación española. 

Este trabajo, que realizó un análisis a aproximadamente 500.000 niños y adolescentes, vuelve a demostrar que, lejos de lo que a veces se piensa, la alimentación es mucho más que una simple cuestión de peso. 
«Hemos visto que existe una asociación clara y que esta relación se da en todas las partes del mundo, independientemente de otros factores», señala Luis García-Marcos, miembro de la Unidad de Neumología y Alergia pediátrica del Hospital Virgen de la Arrixaca de Murcia y uno de los principales firmantes del trabajo. 

Con todo, este especialista recuerda que el estudio no ha podido establecer una relación causa-efecto entre los factores, por lo que asegura que las investigaciones al respecto deben continuar.
Su equipo lleva años indagando en las causas que explican el significativo incremento de los casos de asma y otros problemas alérgicos vivido por un gran número de países industrializados en las últimas décadas. 
Occidentalización 

En todo este tiempo, señala García-Marcos, la dieta ha despuntado como uno de los principales factores de esta asociación, pero probablemente no es el único culpable del boom de estas enfermedades. «Me inclino a pensar que la causa es un paquete de circunstancias que podríamos definir como occidentalización», señala este especialista. Y esto incluye tanto la importación de nuevos hábitos de vida, como el abandono de viejas costumbres protectoras, subraya. 

Mirar hacia países como Estados Unidos no sólo ha traído una nueva alimentación, sino otras circunstancias, «como un mayor nivel de estrés o un mayor consumo de tabaco. Del mismo modo, también ha hecho que dejemos de lado algunas prácticas, como el contacto con animales de granja, que parece tener un efecto beneficioso frente a las alergias», añade este neumólogo. «Hay que ver qué factores forman parte de ese paquete y cómo influyen en la aparición de problemas», sugiere el investigador. 

Para llevar a cabo el trabajo que publica esta semana la revista Thorax, García-Marcos y el resto de investigadores analizaron la evolución de 319.000 jóvenes de edades comprendidas entre los 13 y 14 años y la de 181.000 niños de entre seis y siete años en 51 países, entre ellos España. 
Con la participación de los padres en el caso de los más pequeños, obtuvieron un registro de sus hábitos alimentarios habituales y, además, comprobaron la existencia de síntomas relacionados con el asma y varios problemas alérgicos en el último año. 

Los resultados del análisis demostraron que los chicos que confesaban tomar comida rápida tres o más veces a la semana tenían un riesgo significativamente más alto de sufrir asma, rinitis y eccemas. En concreto, el riesgo de asma grave se elevaba un 39% entre los adolescentes amantes del fast food y un 27% entre los niños que también elegían habitualmente este tipo de comida sin importar su origen o entorno. 
Sin embargo, los investigadores no sólo observaron este efecto de la dieta. Su trabajo también puso de manifiesto un efecto protector por parte de las frutas y verduras. Así, los pequeños que manifestaban incluir habitualmente estos alimentos en su dieta presentaban una incidencia mucho menor tanto de asma, como de eccemas o la rinoconjuntivitis. Del mismo modo, la severidad de los síntomas también era menor entre los chicos con hábitos alimenticios más sanos. 

Aunque el trabajo no ha analizado las causas que están detrás de esta relación entre la alimentación y el riesgo de asma y problemas alérgicos, García-Marcos sugiere algunos mecanismos plausibles. «Probablemente tenga mucho que ver la oxidación y la defensa frente a los radicales libres», comenta. 
Mientras que es conocido el papel antioxidante de la fruta, señala este especialista, numerosas investigaciones han analizado el papel de los ácidos grasos (muy presentes en la comida rápida) como moduladores de la respuesta del sistema inmune. «De momento, todo es una teoría, así que hay que seguir investigando», señala García-Marcos. 

El siguiente paso en su trabajo será averiguar cómo influyen en la aparición del asma otros factores, como el ejercicio o la migración. «Por la importancia del problema, se está intentando crear una red de colaboración internacional en torno al estudio del asma», indica el neumólogo, quien teme que la crisis económica dé al traste con distintas iniciativas. 

En su opinión, podría tener mucho futuro la apuesta por la Global Asthma Network, un proyecto que aúna a especialistas de la Unión Internacional contra la Tuberculosis y la Enfermedad Pulmonar y del Estudio Internacional del Asma y las Alergias en la infancia. 
La iniciativa pretende impulsar la investigación y la colaboración para trasladar a la práctica clínica los avances que se consigan en el laboratorio. Además, pretende prestar especial atención a los países en vías de desarrollo, para evitar que la occidentalización provoque también en ellos un aumento drástico de los casos.

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