Dos meses después de la polémica suscitada por el no a las mujeres obispas, la Iglesia Anglicana se ha enzarzado en otra acalorada disputa interna, esta vez por el sí a la ordenación de obispos gays. La decisión afecta a los sacerdotes que estén unidos civilmente a otro hombre, siempre y cuando se compromentan a no infringir las «instrucciones sagradas» y a practicar la abstinencia sexual...
El anuncio hecho público por la Cámara de los Obispos, sin necesidad de pasar por el Sínodo anglicano, ha provocado la reacción airada tanto de los tradicionalistas (opuestos a cualquier forma de tolerancia hacia el «pecado» de la homosexualidad) como de los sectores progesistas, que han criticado la cláusula de la «abstinencia» como una intolerable incursión en la vida privada.
La guerra interna se remonta al año 2003, tras el nombramiento como obispo de Reading de Jeffrey John, que tres años después decidió unirse en una ceremonia civil a otro hombre. Las protestas de los tradicionalistas forzaron su dimisión, aunque John -devaluado al puesto de decano de St. Albans- ha seguido siendo muy activo a la hora de revindicar «la igualdad de derechos» de los sacerdotes homosexuales.
«Mi caso sirvió al menos para que la Iglesia Anglicana considerara por primera vez el tema», asegura el ex obispo, en declaraciones a The Guardian. «La verdad es que hoy existe una posición más abierta a la presencia de homosexuales en la Iglesia, y eso es una cosa buena».
La disputa interna le ha estallado sin embargo en las manos al nuevo arzobispo de Carterbury, Justin Welby, que en noviembre pasado impulsó sin éxito la ordenación de mujeres obispas, rechazada por no llegar a los dos tercios necesarios del sínodo. Los seglares tradicionalistas han vuelto a cerrar filas ahora y han reclamado incluso que la cuestión sea votada en el próximo Sínodo, con independencia de la decisión adoptada por la Cámara.
El obispo de Norwich, Graham James, ha alegado sin embargo que la decisión va a misa, pues no se ha hecho más que extender a las altas jerarquías la doctrina que ya era comúnmente aceptada en otros estamentos: «Hemos confirmado simplemente que los miembros del clero que mantengan uniones civiles pueden ser considerados como candidatos a obispo siempre cuando vivan de acuerdo con las enseñanzas sobre sexualidad humana». James garantizó que la Iglesia Anglicana someterá rigurosamente a examen «las circunstancias personales y familiares de los candidatos» para asegurarse de que cumplen en cualquier caso con la «instrucciones sagradas sobre la sexualidad».
La estrecha interpretación de las «instrucciones sagradas» ha provocado la reacción de los sectores más progresista. «El celibato está bien como vocación o como opción personal», declaró Giles Fraser, ex decano de la catedral de St. Paul, quien añadió que «es manifiestamente cruel prohibir a un ser humano la intimidad física simplemente porque es homosexual».
El reverendo Collin Coward, líder del movimiento Changing Attitude, favorable a la tolerancia de los gays en la Iglesia, acogió el anuncio entre el optimismo y el escepticismo: «Es un paso adelante, pero no creo que vaya a provocar un aluvión de obispos gays».
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